Descripción


Presentación de la revista digital de la Universidad de Mayores

Esta es la versión digital de la revista Aula Magna, una publicación que aprovecha las virtudes de las nuevas tecnologías –la inmediatez, el aumento de la capacidad, la continua renovación de contenidos… las posibilidades, en suma, de un formato no sujeto a las limitaciones del papel--, pero mantiene el mismo espíritu que ha animado a la revista Aula Magna desde sus inicios, hace una década: servir de vehículo de informaciones, de conocimientos, de contraste de pareceres, de la Universidad de Mayores de Extremadura (UMEX).

La versión digital de Aula Magna es una especie de plaza pública en la que será visible lo que merezca celebrarse o discutirse, lo que merezca conocerse más allá del aula, lo que importe a los integrantes de la UMEX tanto en su condición de estudiantes y como de ciudadanos, porque Aula Magna pretende reflejar la realidad de la UMEX, desde conferencias a lecciones magistrales; desde acontecimientos culturales, divulgativos o de ocio a crónicas de viajes de estudios, y de acoger cuantos asuntos sean de interés para los alumnos.

Cada persona matriculada en la Universidad de Mayores está llamada a participar en la elaboración de la revista digital. Todo el mundo puede aportar su experiencia, sus conocimientos y también sus críticas para difundir, con la mayor riqueza de contenidos posible, la realidad de la UMEX.

Los interesados en aportar ideas, elaborar contenidos, reflejar experiencias, pueden contactar con:

Antonio Tinoco: atinocoardila@gmail.com
Antonio Medina: casacastillo1@telefonica.net
Antonia Marcelo: a.marcelo.garcia@hotmail.es
José Manuel Cordero Paniagua: jomacorpa@hotmail.com
Ramón Brito: rabrigo@hotmail.com
Andrés Sánchez Maján: asmajan51@gmail.com
Antonio Rodríguez Muñoz: rodmunnio@hotmail.com
Antonia Gómez Serrano: pilargs57@gmail.com

martes, 23 de abril de 2013

CAROLINA CORONADO, LA UNIVERSAL ROMÁTICA EXTREMEÑA

TRIBUNA DE OPINIÓN

Carolina Coronado

CAROLINA CORONADO, LA UNIVERSAL ROMÁNTICA EXTREMEÑA    

La poeta, nacida en Almendralejo y criada en Badajoz, fue una de las mujeres más importantes de su tiempo

Escribió bajo la corriente del romanticismo, de la que fue una de las grandes figuras, y vivió según sus cánones estéticos y psicológicos

La muerte, primero de sus dos de sus tres hijos y más tarde de su marido, la persiguió siempre y le produjo grandes depresiones

Por Antonio Rodríguez Muñoz*
Desde el temprano marzo o incluso antes, desde que las primeras lluvias tansformaran la campiña en ese infinito jardín que parece Extremadura en primavera, al paso por la carretera de San Vicente en las cercanías de Bótoa y ante la excelsa visión de los prados en floración, no se puede soslayar el recuerdo de la cantora de nuestros campos, Carolina Coronado, aquella encantadora muchacha tan ligada a Bótoa y a la rivera del Gévora, la poetisa de grato recuerdo. Sin lugar a dudas debió de haber sido en este entorno de Bótoa donde seducido por su belleza tuvo que haberse forjado el espíritu exquisito de aquella criatura. Tampoco se puede eludir, pensando en ella, reflexionar sobre aquella sublime locura que fue el romanticismo que trastocó las jóvenes mentes de toda Europa, y en lo raro de tan inusitado acontecimiento como fue la ascensión en esta remota región de tan excepcional  mujer. No porque no se pueda dar entre nosotros una inusual inteligencia, sino por la extraña circunstancia de que en el Badajoz de principios del siglo XIX tuviera lugar el acontecimiento de la formación de su alma romántica.
Lo verdaderamente extraño es que la sociedad de aquella época y particularmente el ambiente de la ciudad no ahogaran el espíritu creador de Carolina, dado que tuvo que haber sido contemplada como un bicho raro por las jovencitas de su tiempo, inmersas en aquel medio rural monjil y provinciano. Debió de haber tenido un extraordinario tesón, su esfuerzo tuvo que haber  sido titánico para que aquella escritora en ciernes, aquella niña de cuatro años que vino de Almendralejo, se transformara ella sola, sin la ayuda de nadie, en la autora brillante de 27 años que era cuando dejó Badajoz para irse a Madrid a curarse de sus males nerviosos; después viajaría por Andalucía y luego por Europa.
Carolina fuera de Extremadura
La obra literaria de Carolina Coronado fue extensa; de hecho estuvo escribiendo hasta pocos días antes de morir y su vida fue muy larga para aquel tiempo: 91 años, pues nació en 1820 y murió en 1911. Se había casado en 1852 con el diplomático norteamericano Horacio Perry y tuvieron tres hijos de los que solo sobrevivió una niña, Matilde. Primero murió Horacio de muy corta edad y luego tuvo lugar la muerte de su hija Carolina, a los 16 años. Este acontecimiento la sumió en una profunda crisis que motivó la marcha de la familia desde Madrid a Lisboa, donde residió Carolina hasta su defunción. La tragedia siempre estuvo presente en la vida de la poetisa. La muerte le guardaba otra desgracia, la de su marido, en 1891. La reacción de Carolina ante este suceso fue semejante a los ocurridos anteriormente con sus otros seres queridos: una honda crisis depresiva. Desde entonces la poetisa permaneció hasta el final de sus días retirada en su palacio de Lisboa, acompañada por el cadáver embalsamado de su esposo.
 Epílogo  
 A la muerte de Carolina en enero de 1911 su cuerpo y el de su marido fueron traídos a Badajoz desde Lisboa, pues fue voluntad de Carolina Coronado que sus restos y los de su esposo tuvieran eterno descanso en la ciudad que ella tanto amó en vida. Carolina y su marido Horacio descansan en un doble nicho cuyos números son el 1662 y 1664. De vez en cuando, a falta de "una rama de la adelfa del Gévora querido", alguien deposita una rosa roja a los pies de la última morada de nuestra universal romántica. 
Las miserias del autor romántico 
 Las primeras manifestaciones del romanticismo tuvieron lugar en Alemania y Gran Bretaña a finales del siglo XVIII y casi inmediatamente pasaron a Francia, donde tomó formas diferenciales. Posteriormente, a principio del siglo XIX, aparecen en España y en el resto de Europa y América, aunque su ámbito es preponderantemente europeo. En la península aparece con características nacionales muy definidas. La tardía aparición del romanticismo hispano supuso una total perturbación, un desorden en el modo de sentir y pensar de muchos intelectuales de aquel tiempo y por consiguiente del público en general. Significó sin lugar a dudas la primera afirmación desde el Renacimiento de la supremacía del cáracter individual por encima de las corrientes imperantes de entonces. El irreprimible deseo de libertad en la búsqueda de nuevas expresiones literarias por encima de los cánones establecidos, unido al carácter rebelde del romanticismo, provocó el rechazo de gran parte de la sociedad de aquel tiempo. La ausencia de unos derechos de autor, la falta de corporativismos gremiales que los protegiesen (inexistentes entonces) para medio subsistir y la consecuente situación de indefensión y desamparo, fueron modelando el icono que hoy tenemos de ellos: vidas desordenadas, costumbres extrañas que confundían y escandalizaban, enfermedades diversas sobre las que destacaba la tuberculosis algunas veces exhibidas por ellos como un claro intento de marcar diferencias. Paradógicamente, el ejercicio de su libertad llevó con frecuencia al romántico a ser víctima de sí mismo. 
  *Antonio Rodríguez Muñoz es alumno de tercer curso de la UMEX

                                            

 

 


 

 

 

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