Descripción


Presentación de la revista digital de la Universidad de Mayores

Esta es la versión digital de la revista Aula Magna, una publicación que aprovecha las virtudes de las nuevas tecnologías –la inmediatez, el aumento de la capacidad, la continua renovación de contenidos… las posibilidades, en suma, de un formato no sujeto a las limitaciones del papel--, pero mantiene el mismo espíritu que ha animado a la revista Aula Magna desde sus inicios, hace una década: servir de vehículo de informaciones, de conocimientos, de contraste de pareceres, de la Universidad de Mayores de Extremadura (UMEX).

La versión digital de Aula Magna es una especie de plaza pública en la que será visible lo que merezca celebrarse o discutirse, lo que merezca conocerse más allá del aula, lo que importe a los integrantes de la UMEX tanto en su condición de estudiantes y como de ciudadanos, porque Aula Magna pretende reflejar la realidad de la UMEX, desde conferencias a lecciones magistrales; desde acontecimientos culturales, divulgativos o de ocio a crónicas de viajes de estudios, y de acoger cuantos asuntos sean de interés para los alumnos.

Cada persona matriculada en la Universidad de Mayores está llamada a participar en la elaboración de la revista digital. Todo el mundo puede aportar su experiencia, sus conocimientos y también sus críticas para difundir, con la mayor riqueza de contenidos posible, la realidad de la UMEX.

Los interesados en aportar ideas, elaborar contenidos, reflejar experiencias, pueden contactar con:

Antonio Tinoco: atinocoardila@gmail.com
Antonio Medina: casacastillo1@telefonica.net
Antonia Marcelo: a.marcelo.garcia@hotmail.es
José Manuel Cordero Paniagua: jomacorpa@hotmail.com
Ramón Brito: rabrigo@hotmail.com
Andrés Sánchez Maján: asmajan51@gmail.com
Antonio Rodríguez Muñoz: rodmunnio@hotmail.com
Antonia Gómez Serrano: pilargs57@gmail.com

miércoles, 25 de diciembre de 2013

LA ALBERCA, TRADICIÓN Y CULTURA



LA ALBERCA, TRADICIÓN Y CULTURA

Un lugar de disfrute perdido en la Sierra de Francia para un turismo de Navidad


*Por Antonia Marcelo

Paisaje de la comarca de Las Batuecas y Sierra de Francia
                                                                                     


Si fuera un retiro espiritual lo que necesitara, no encontraría lugar más idóneo que la Peña de Francia, aunque Montesquieu la catalogara como lugar habitado por gente salvaje.
Si quisiera un escenario para un poema épico, sin duda lo situaría en las Batuecas, lugar misterioso y romántico donde Lope de Vega trama la historia de un paje y una doncella de la Casa de Alba. O San Juan de la Cruz del que se dice:"Mil gracias derramando / pasó por estos sotos con presura".
Estos tan dispares personajes dieron a conocer, con diferentes argumentos, un lugar como la Sierra de Francia, con sus bosques de robles y sus ríos, monasterios y ermitas.
Sin duda, es lo que debieron pensar los Carmelitas cuando buscaban un lugar con condiciones necesarias para un asentamiento espiritual en el que fundar su monasterio y encontraron este lugar, que parece perdido en el sur de la provincia de Salamanca, en la Peña de Francia y que por su vertiente baja el río Batuecas.


La Alberca, Conjunto Histórico Artístico, conserva sus calles empedradas.

Pero si los Carmelitas tienen su monasterio, el pueblo llano encontró el suyo propio en La Alberca. Nombre de procedencia árabe Al-Bereka, que significa lugar de aguas. Se conocen sus orígenes desde el siglo XII, época en la que desde sus dominios en la ciudad de Salamanca, la Casa de Alba administraba sus vastas posesiones.
Aunque su aspecto actual sea más del siglo XVIII, La Alberca es el primer municipio de España que consiguió en 1940 la denominación de Conjunto Histórico Artístico, título que los albercanos no echan en el olvido con sus diferentes manifestaciones folclóricas y con la conservación de sus calles típicamente empedradas, casas y monumentos. Con 1.192 habitantes pertenece al partido Judicial de Ciudad Rodrigo, al sur de la provincia de Salamanca. Está en el centro de la comarca de Sierra de Francia y dentro del Parque Natural de Las Batuecas. Sus límites son la Sierra de Béjar y al sur con Extremadura. De hecho, tiene un acceso natural a la alquería hurdana de Las Mestas que se encuentra a solo cinco kilómetros.

El 'marrano de San Antón' deambula por el pueblo y es alimentado por los vecinos. Se rifa el día de San Antón. Aquí se ve echado en los soportales de la Plaza Mayor de La Alberca
       

Una de sus manifestaciones más llamativas son las del “Marrano de San Antón”. Con ocasión de la festividad de San Antonio el 13 de Junio, es bendecido en acto litúrgico y liberado un cerdo que vagará por la población. La alimentación correrá a cargo de los generosos vecinos. El 17 de Enero será rifado y los beneficios obtenidos irán a parar a la cofradía de San Antón. Es probable que este marrano sea el más fotografiado del mundo, pues su vida parece entrañable al encontrarse y ser respetado por los visitantes, lo que le hace manso y el pobre animal se deja fotografiar y hacer carantoñas de sus admiradores sin un solo gruñido.


Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción


Las manifestaciones religiosas tienen su mayor demostración en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, del Siglo XVIII, donde se venera el Cristo del Sudor, dramática imagen, llamado así porque una peregrina vio como el Cristo sudaba sangre. La iglesia tiene una torre construida por los primeros Duques de Alba 212 años antes. Un escudo de armas esculpido en la torre da fe de ello.
Plaza Mauyor de La Alberca con crucero de granito

En la Plaza Mayor de La Alberca, llama la atención las típicas casas serranas, con sillares de granito y madera muy decoradas de flores, pinturas en las ventanas y balcones corridos. Un gran crucero de granito preside el centro de la plaza. Destaca La Casa Ducal, residencia del administrador de los Duques de Alba. Muchas de ellas tienen grabaciones en sus puertas de fecha de construcción o con manifestaciones religiosas grabadas en piedra de conversos para reafirmar su fe, lo que confirma la precedencia hebrea y árabe de la población.

Casa Ducal del administrador de los primeros Duques de Alba



*Fotos y texto Antonia Marcelo, Alumna 5ºUMEX

a.marcelo.garcia@hotmail.es
www.amarcelo.es
www.mayoresaumex.123miweb.es
Antonia Marcelo Garcia

lunes, 16 de diciembre de 2013

UN PASEO POR EL ACUEDUCTO DE LAS HERRERÍAS

Un paseo por el Acueducto de las Herrerías


El Club del Caminante emprende ruta a través de un antiguo canal, pero las vicisitudes del camino nos dieron ocasión para conocer la hospitalidad de Campillo de Deleitosa


*Por Antonio Rodríguez Muñoz


El 27 de octubre pasado tuve la suerte de juntarme con los miembros del Club del Caminante de Badajoz para andar la ruta del Acueducto de las Herreras. El acierto se lo debo a la compañera Guadalupe Martínez del segundo curso del programa de la UMEX que fue quien me sugirió la idea de unirme al grupo, lo que le agradezco sinceramente porque gracias a ella viví una experiencia preciosa que ha pasado ya a engrosar ese cúmulo de vivencias que conforman el archivo de nuestros más hermosos recuerdos.

Me uní a ellos sabiendo que el objetivo era de caminatas por el campo y de convivencia con gente nueva. Y estas cosas por ellas solas me parecieron dos componentes perfectos para no sentirse uno tan solo. Aquel domingo por la mañana a la hora de salir de Badajoz, la primera impresión al subir al autobús y ver tantas caras alegres dirigiéndome sonrisas, fue la premonición de que el día prometía romper la monotonía de esa corriente de días insulsos y anodinos a los que uno está habituado, y con ese esperanzador presentimiento  iniciamos el viaje hacia la comarca de Los Ibores.

Estas marchas por el monte tienen siempre un componente de aventura que las hace muy atractivas para un espíritu inquieto y visionario con atisbos de explorador al estilo de los viajeros del siglo XIX que a muchos de nosotros nos hubiera gustado ser. Aunque ya nada queda por descubrir, no cabe duda de que esta clase de andanzas satisfacen generosamente esa demanda por indagar en lo desconocido que el espíritu de niño que aún prevalece en nosotros nos reclama de vez en cuando. Esta vez nosotros tampoco íbamos a descubrir nada nuevo para la ciencia, pero resultó que íbamos a ser los primeros en andar una ruta preciosa, llena de rincones bonitos, y no exenta de lances aventureros por un terreno no abierto todavía para el caminante y por consiguiente de cierto interés seductor por ser una primicia.

Llegados a Campillo de Deleitosa donde nos dejó el autocar,  ya estaban esperando por nosotros unos guías del lugar que nos iban a acompañar. El pueblo es pintoresco, algo pequeño; según dijeron lo habitaban 160 familias, la mayoría personas jubiladas. Lo primero que hicimos antes de iniciar la marcha fue rendir visita a la iglesia, invitados a ello por uno de los  guías. Después  nos dividimos en dos grupos para alcanzar por distintos caminos la presa de agua donde da comienzo el Acueducto de las Herrerías, e iniciamos la marcha por un terreno con leves pendientes de agradable caminar. El guía que acompañaba a nuestro grupo era una persona simpática y parlanchina. Este hombre resultó ser una especie de cronista por la cantidad de historias sobre el pueblo y  su gente que nos contaba por el camino.

El guía en vez de ir en cabeza liderándonos, se paraba a cada rato para contar una historia. Algunos de entre el grupo, algo cansados ya de oírlo, seguíamos caminando mientras él se paraba para narrar otra crónica. Nosotros algo distanciados en la delantera, nos teníamos que detener en cada bifurcación y esperar la indicación del líder para no tomar el camino equivocado, así que avanzábamos poco, pero seguíamos caminando. A la hora o así de haber empezado a andar oímos voces de los más atrasados que nos decían que teníamos que dar la vuelta. El guía nos dijo que íbamos a cambiar el camino que llevábamos por otro mejor. Pero la verdad fue que se había confundido de camino. Total que tuvimos que desandar unos cuatro kilómetros, y algunos empezamos a sentir que la cosa no iba bien porque tener que desandar el camino, desmoraliza mucho; sobre todo pensando en el otro grupo que nos llevaban más de una hora de ventaja. Para intentar recuperar algo del tiempo perdido, nuestro hombre nos hizo trochar cuesta arriba por una pendiente bárbara de aproximadamente el treinta por ciento donde una compañera se dislocó un tobillo y hubo que ayudarla a subir aquella cuesta para evacuarla con un coche al pueblo. Esto nos hundió aún más y empezamos a perder la confianza en el guía, pero nos dimos ánimos unos a otros y nos repusimos un poco. Después de este contratiempo seguimos caminando al encuentro del otro grupo de compañeros. Dos horas y media más tarde nos encontramos con ellos, los cuales estaban cansados ya de esperar por nosotros, y juntos reanudamos de nuevo la marcha hacia la cabecera  del acueducto.

El objetivo principal consistía en visitar y caminar por dentro de un antiguo canal que suministraba agua a una antiquísima herrería que según aseguraban los guías databa de la Edad Media, y posteriormente a finales del siglo XIX empezó a abastecer a tres pequeñas centrales hidroeléctricas que estuvieron en funcionamiento desde 1897  hasta 1969 cuando comenzó el suministro de energía eléctrica por parte de la empresa Iberduero. La vieja infraestructura hidráulica se encuentra en desuso por tanto desde 1969. Aunque el periodo desde su abandono hasta hoy parece muy corto en relación a la edad total de la obra, el deterioro producido en este corto espacio de tiempo es notorio, con trozos de las paredes del canal desprendidos, y el revestimiento de argamasa, desconchado en algunas partes.

Cuando llegamos a la presa, esta estaba en el fondo del barranco por donde discurría el río. Hubo que bajar a través de una enorme rampa que nos separaba del río, agarrándonos a las matas y arbustos para no salir rodando cuesta abajo. Las mujeres siempre más prácticas que nosotros, optaron por sentarse y dejarse llevar ayudadas por la fuerza de la gravedad poco a poco hasta que llegaron abajo. Algunas quedaron  con la parte trasera del pantalón hecho una pena, pero llegaron a lo hondo indemnes y enteras.

El canal de aproximadamente un metro de ancho por metro y medio de alto  que arranca lógicamente de la misma presa de donde tomaba el agua por la orilla izquierda,  estaba seco. Nos metimos en él e iniciamos la marcha. La  fila al tener que ser de a uno dentro del canal, era largísima. El canal proseguía por un lado del barranco asentado en la ladera del monte a lo largo del  serpenteante curso del río por un paraje de lo más agreste. Allí la vegetación la constituye una flora variada y curiosa, constituida entre otras especies por brezos rosa y blanco, madroños, durillos, encinas, alcornoques y un esplendoroso bosque de ribera compuesto principalmente por alisos y fresnos con algunos loros (laurel portugués) entre ellos. Dentro del canal en el sustrato formado por el antiguo sedimento dejado por la corriente de agua y el polvo que el viento ha ido depositando a lo largo del tiempo, crecían algunas plantas típicas de las riveras de los ríos que no dificultaban el paso. De vez en cuando había que saltar por encima de grandes piedras que en otro tiempo habían sido colocadas para frenar el ímpetu de la corriente a lo largo de la conducción.

Por esta inusual vía ahora convertida en ruta para caminantes, anduvimos por espacio de hora y media hasta llegar a la confluencia de un arroyo cuyo desnivel desde el fondo del barranco lo salva el canal mediante unos arcos superpuestos a modo del acueducto de Segovia en miniatura de unos diez metros de altura. En este punto paramos a comer bajando al fondo del barranco por el que discurría un arroyo de aguas cristalinas en  donde  llenamos nuestras cantimploras. La comida fue breve, ya que comimos sólo un simple bocadillo. Después de esto, reanudamos la marcha.

Llegamos al final del canal al cabo de cuarenta minutos o así, y después de contemplar la estructura de distribución del agua desandamos por el mismo canal unos metros para salir de él y escalar una pendiente que nos llevó a una pista y, por ella, a las afueras del pueblo de donde habíamos partido. El trayecto por el canal fue de siete kilómetros. A todos nos pareció una experiencia bonita y abandonamos aquel lugar con nostalgia y algo de pena. Nos habíamos encariñado con él.

Ya próximos al pueblo de Campillo de Deleitosa la mayoría íbamos pensando en la comida, puesto que el simple bocadillo que tomamos fue poca cosa; pero teniendo en cuenta que no había restaurantes, según nos decían los guías,  nos conformábamos con un café y unas perrunillas. Una vez en las afueras del pueblo preguntamos por el bar y nos dijeron que no había ninguno, pero que si queríamos café, que fuésemos a la nave de los cazadores, que ellos estaban allí y tenían una cafetera, y sin ningún inconveniente nos darían.

Preguntamos por la compañera accidentada que se quedó en el pueblo al no poder caminar, y nos informaron que había sido acogida por una familia que se la habían llevado a su casa y la habían atendido maravillosamente; que había comido a la mesa con ellos como una más de la familia y se lo había pasado muy bien en compañía. Después supimos que la gente del pueblo al verla imposibilitada, querían todos llevársela a sus casas para acogerla hasta que llegáramos nosotros. 

Al entrar en la nave de los cazadores, éstos, que serian unos cincuenta, se encontraban sentados  a las mesas donde habían comido y estaban ya a los postres. Al vernos llegar se levantaron para atendernos; nosotros les pedíamos café, y ellos sin hacernos preguntas, se metieron en la cocina y empezaron a sacarnos comida; pan y vino primero, lo que a la mayoría nos vino de perlas. Luego nos dieron fruta y después café,  pastas y licores

Congeniamos con ellos y resultaron ser una gente maravillosa. Nos contaron las vicisitudes de la alcaldía para atraer a gente de fuera a vivir con ellos con el objeto de incrementar la población. Nos dijeron que se sentían algo solos y abandonados por ser un pueblo pequeño, y nos ofrecían terrenos muy baratos donde edificar para que nos hiciéramos chalés. Nos contaron que vivían de la agricultura, del pastoreo y de los empleos que algunos tenían en la central eléctrica de Almaraz y nos ponderaban la exquisitez de sus quesos y la calidad de sus aceites de oliva.

Fue la filantropía de esta gente lo que nos caló hondo,  haciéndonos recapacitar acerca de los valores y las pautas de convivencia de los que vivimos en las ciudades, donde a menudo ni los vecinos de un mismo bloque de pisos se saludan entre ellos. A nosotros, los amables habitantes de Campillo de Deleitosa nos dieron aquella tarde una lección de humanidad.


Sobre las cinco y media, algo cansados de la caminata, nos subimos al autocar para emprender la vuelta a casa. En el autobús nuestro estado de ánimo era bueno y alegre, como el de un grupo de muchachos que vuelve de una excursión. Llegamos a casa con la satisfacción de haber pasado un día magnífico que perdurará por siempre  en el recuerdo.

*Antonio  Rodríguez Muñoz es alumno de la UMEX

CRÓNICAS VIAJERAS: OPORTO



CRÓNICAS VIAJERAS

Oporto, regalo del Duero

El río es el origen de todo lo que tiene valor en la capital del norte de Portugal: sus vinos, de fama internacional; su tesoro monumental, declarado Patrimonio de la Humanidad; y su turismo y gastronomía

*Por Antonio Medina

El corazón de Oporto late en el agua. El río Duero no sólo divide  la ciudad en dos sino también y sobre todo la llena de belleza y vitalidad. Los “tripeiros” como le dicen a los habitantes de la ciudad por su afición a las “tripas” dicen que es el  más bonito del mundo. Y el más romántico. Lo cierto es que el Duero y sus riberas son un regalo.

A un lado se encuentra Ribeira, un barrio que justifica en cada esquina su categoría de “Patrimonio de la Humanidad”, hecho de fachadas de colores, callejones encantadores y un constante flujo de viandantes. En la otra orilla se alza Vila Nova de Gaia, meca de las bodegas de Oporto. En ambos lados, turistas y locales comparten mesas y paseos sin prisas. Es como si el estrés no hubiera llegado hasta aquí todavía. Muchos se detienen a mirar el paisaje, dominado por el impresionante puente Don Luis I que fue levantado en 1885 por un discípulo de Gustave Eiffel.

El  gran arco central de este puente es un monumento a la construcción en hierro. Mide 172 metros de largo y tiene dos pisos; el superior es exclusivo para peatones y para el Metro. Para llegar hay que bajar desde la plaza Batalha o tomar el funicular que está a sus pies. Vale la pena cruzarlo, porque la vista que ofrece sobre todo el río es espectacular.

Muchos prefieren conocer el Duero navegándolo, haciendo el viaje con las compañías apostadas en sus riberas que ofrecen travesías en “rabelos”, barcos usados tradicionalmente para transportar el vino a lo largo del río. Los circuitos más cortos duran 55 minutos, pasan por debajo de los seis puentes de la ciudad y cuestan diez euros. Algunos incluyen catas en su bodega.

La Ribeira es además un buen lugar para comer y beber. Especialmente de noche, cuando todo está iluminado. Como en casi todo Portugal, el pescado y los mariscos figuran en todas las cartas de los restaurantes.

Tendría sentido visitar Oporto sólo por sus vinos. Las mejores bodegas miran al Duero, y para hacer un recorrido es recomendable acercarse a Vinología, en la rua de Sao Joao, en plena Ribeira. Vinología es un bar subterráneo que tiene más de 200 clases de vino para catar. Otra buena opción es el Solar do Vinho de Porto, en la rua Entre Quintas, cerca del palacio de Cristal, ya que además de distintos tipos de oporto, tiene creaciones especiales como el Portónico, mezcla de vino blanco y agua tónica.

En el lado de Vila Nova de Gaia, los bares se suceden. Basta con acceder a alguno y comenzar por el oporto blanco y continuar con los tonos rosados, el del sabor afrutado del ruby (tinto dorado) y terminar con cualquiera de la gama de denominación de origen. Hay oportos blancos y tintos, de envejecimiento en madera o en botella, de añada o sin añada. En la zona hay más de 60 bodegas.

Es de destacar que muchas bodegas llevan nombres ingleses. Según me dijeron tiene una explicación histórica. En el siglo XVII, Inglaterra se encontraba en guerra con Francia y se decidió por buscar los vinos que tanto consumían en las tierras de sus aliados portugueses. Pero se encontraron con un problema: se avinagraban durante el largo transporte.  Lo solucionaron agregándole brandy para interrumpir el proceso de fermentación de la uva, conservando el dulzor natural de la fruta. Así nació el oporto que conocemos hoy.

En todo caso, los placeres del vino y la historia no terminan en la ciudad, sino que continúan  valle arriba: en el  Duero Alto –Patrimonio de la Humanidad desde 2001- se encuentran algunas de las viñas más antiguas del mundo. Con un paisaje lleno de belleza, la ruta del vino puede representar una escapada llena de alicientes. Pinhao, Tua, Pocinho son algunos lugares dignos de visitar por carretera o  en cruceros que duran desde una hora hasta dos días. Los viñedos están abiertos al público y hermosas posadas tradicionales se suman a la cata y a  los alojamientos con vistas al Duero.

Oporto es una ciudad empinada sobre cerros. A primera vista parece deteriorada por algunas zonas. Numerosos edificios están abandonados. Pero no hay que dejarse engañar. La ciudad es una joya cultural y las autoridades, a pesar de las restricciones económicas y la dura crisis que soporta el país,  están empeñadas en un proyecto  de recuperación.

El edificio emblemático es la Casa de la Música que es un icono de modernidad que alberga la sede de tres orquestas.

El Museo de Arte Contemporáneo está ubicado en el exclusivo barrio de Boa Vista en las afueras de Oporto al que se puede llegar con el autobús 207.Hay decenas de iglesias, pero ninguna como la de San Francisco en la plaza de don Henrique construida en el siglo XIV. Por fuera parece una austera iglesia gótica, pero por dentro despliega una de las obras barrocas más importantes de Portugal. En el arte de los azulejos destacan las iglesias do Carmo, en la plaza Gomes Texeira y la  Capela de las Almas, en la rua Santa Catarina. y la estación de trenes de Sao Bento.

Otra razón importante para visitar Oporto es que muchos restaurantes  ofrecen menús asequibles. La Carta Andante -el equivalente al bono de transporte- cuesta 3,5 euros diarios e incluye metro, autobuses, tranvías y funicular.
Pero, nada es más barato que caminar y el centro es totalmente accesible. El único problema que tiene la ciudad, dada la cantidad de cerros, la caminata se puede volver agotadora.

*Antonio Medina es director de la revista Aula Magna




POEMAS PARA UN TORERO


El poeta Fernando Garduño Maya dedica dos poemas al torero Israel Lancho, antes de su salida para la temporada de invierno a Perú.

El torero Israel Lancho, a la izquierda, y el poeta Fernando Garduño Maya

*Por Antonia Marcelo


Con gran expectación por parte del público asistente, en la sede que la Sociedad Casino de Badajoz tiene en la C/ Ramón Albarrán nº 14, tuvo lugar el pasado 21 de noviembre una jornada de poemas con olor a albero. Fue con motivo de los recitales de los Poetas del Jueves, que reúne a escritores, pintores, fotógrafos y a cuantos se consideren artistas en cualquier de las ramas de las arte.

Salón del Casino de Badajoz donde se celebran los recitales 'Poetas del Jueves'
                                           
El poeta Fernando Garduño Maya, nacido en Segura de León (Badajoz), de reconocido prestigio y miembro de diversas asociaciones culturales, tuvo la gentileza de invitar al recital a su buen amigo y torero Israel Lancho, a quien dedicó, con cariño y emocionada voz, unos sentidos poemas. Israel estuvo amable con todo el público que asistió al recital y no dejó de fotografiarse con cuantos quisieron plasmar un recuerdo con el. Sin dudarlo, además de torero valiente, es un joven elegante y simpático. A los pocos días se marcharía a Perú para hacer su temporada de invierno donde deseamos tenga grandes éxitos.
Israel Lancho y Fernando Garduño con las poetas Tony Cerrato y Caridad Jiménez

Es conocido que el torero extremeño sufrió el 27 de Mayo de 2009 una grave cogida con entrada y salida en el hemitorax izquierdo, de la que tardaría tres meses en recuperarse. Fue en la plaza de Las Ventas y cuando lidiaba al sexto de la tarde. Las espeluznantes imágenes del diestro colgado del pitón derecho del toro fueron de gran impacto y dieron la vuelta al mundo. Reapareció en Almendralejo con traje de Francis Montesinos gris y azabache el 15 de agosto, apenas mes y medio después. Cortó 4 orejas y un rabo y obtuvo el premio Luis Reina.


Dos de los poemas que Fernando Garduño dedicó al torero son estos.


  I (en Madrid)

La tarde impresiona sobre el albero sus claveles,
dilapida sus luces el sol en los bordados;
en el brocal del pozo húmedo de sangre
el sexto toro de Palha se envalentona hiriente
y, buscando en el aire el corazón del hombre,
hiende en el pecho el astifino puñal de su bravura
pero encuentra la hechura de junco del torero
y la gesta impresionante de las gloriosas tardes.
Cuando Israel Lancho se vio morir
aún era primavera en los balcones.

II (en Almendralejo)

Hornea la tahona de la tarde bocados de grandeza
y, en la cepa de los viñedos, estercola el duende del barro
que tintará los gratos matices del vino de esta plaza
a donde viene Israel Lancho a cerrar heridas,
por donde camina con paso firme y vestido de gris azabache.


                 






lunes, 9 de diciembre de 2013

BADAJOZ: PAISAJES DEL DETERIORO



 Los otros 'paisajes' de Badajoz

Los paseos que los Caminantes de la UMEx dan cada miércoles por la ciudad descubren su deterioro debido al vandalismo

*Por Antonia Marcelo

Vista de la recién restaurada muralla de la Alcazaba. Tras ella, dos torres albarranas. La imagen contrasta con la destrucción y el deterioro de otros enclaves

              
Un somero recorrido por Badajoz permite admirar el esplendor de los monumentos que lo adornan: la Alcazaba con sus históricas puertas y las murallas abaluartadas; los puentes iluminados, desde los más antiguos a los de moderna construcción; ahora, los nuevos y magníficos jardines, que a base de mucho dinero y trabajo están convirtiendo las orillas del río en un nuevo paisaje desconocido para los propios ciudadanos que, día a día, se sorprenden por su transformación.


Señal que fue informativa y que ahora es imposible descifrar debido a las 'pintadas'


Sin embargo, a menudo, lo que encontramos es vandalismo, conductas destructivas de los enemigos de lo ajeno que observamos en los paseos que todos los miércoles, los Caminantes de la Universidad de Mayores realizamos por los alrededores y zonas monumentales de nuestra ciudad. Es de destacar las pintadas; la destrucción intencionada del mobiliario público en parques y jardines; el robo de placas solares recién instaladas y situadas a la altura de farolas; aceras de donde se han llevado las vallas metálicas de seguridad; tapas que cubren los cables de las farolas arrancadas; bombillas derribadas a pedradas; escombros y cubiertas en las riberas del río... En fin, un derroche de dinero para diversión y disfrute de vándalos.

Aspecto del vástago de una farola del paseo al azud del Guadiana. Los cables han sido arrancados


El apoyo a las iniciativas de movimientos ciudadanos que promueven la conservación del Patrimonio Histórico, jardines y paisajes, tenían que ir ligadas a la educación en colegios a los que destruyen y a los que desconocen las palabras solidaridad y civismo.

Suciedad, escombros, dejadez... todo ello se observa en las inmediaciones del río.

Tenemos una preciosa ciudad dos veces amurallada, una riqueza monumental única, grandes jardines con árboles centenarios, un Guadiana que aporta riqueza e historia... Es obligación de todos conservar el patrimonio que nos dejaron nuestros antepasados para disfrute nuestro y de las generaciones venideras.
* Alumna de 5º UMEX
Antonia Marcelo Garcia

domingo, 1 de diciembre de 2013

CRÓNICAS VIAJERAS: GIBRALTAR

CRÓNICAS VIAJERAS


Gibraltar apenas tiene 7 kilómetros cuadrados. Tan poco es el espacio que la carretera corta el aeropuerto.
Gibraltar: pasaporte británico, influjo andaluz

 Un viaje a La Roca, en la que se aprecian tanto los rasgos de la soberanía británica como los de la vida andaluza


*Por Antonio Medina Díaz


Dejo el coche en un aparcamiento de  la ciudad de La Línea de la Concepción para evitar las enormes colas de espera. Al llegar a la frontera  me encuentro de pronto con policías ingleses que  pasan del inglés al español para pedirte el pasaporte o  el DNI, que ni miran siquiera. Estamos  en territorio británico y hemos  entrado en Gibraltar.
Gibraltar es el estrecho del mismo nombre que separa el Atlántico del Mediterráneo, y a Europa de África. Pero es también el nombre que identifica al famoso Peñón: una monumental roca de piedra caliza y pizarra desde la  que, sin salir de Europa, se puede contemplar la costa africana hacia el sur. Y es, también, mucho más que eso: una ciudad en la que viven 30.000 personas en 7 kilómetros cuadrados de superficie, un enclave británico en plena península ibérica con una larga disputa  de siglos y un conflicto continuado entre ingleses y españoles debido a su situación estratégica que controla la entrada a Europa. Este año se  ha cumplido el tercer centenario (Tratado de Utrecht de 1713) por el que España cedió el territorio..
Tras cruzar la frontera me encuentro con un semáforo y una barrera levantada. Si está bajada y la luz en rojo un policía obliga a detenerse porque un avión está a punto de aterrizar en la pista y se corta la carretera de acceso mientras dura la operación. El problema es que no hay mucho terreno aprovechable en Gibraltar  y el aeropuerto se construyó en la estrecha franja del istmo.
Gibraltar nos ofrece una sorprendente muestra de  diferentes culturas: británica, española, árabe y judía, entre otras. La ciudad y su arquitectura son un reflejo de cualquier ciudad inglesa. En la plaza principal, o Grand Casemates Square, se ven, además de cafés y restaurantes de comida rápida, las típicas cabinas rojas, con una corona en el centro y la palabra 'telephone' sobre la puerta.
Desde Casemates Square , en recorrido transversal hacia el sur, llegamos a Main Street, un animado paseo peatonal y principal punto de encuentro de los gibraltareños. Hay comercios de todo tipo, entre boutiques, joyerías, bares y restaurantes y muchos “fish  and chips”de estilo inglés, pero sobre todo destacan tiendas de electrónica, cigarrillos y alcohol, debido, seguro, a que Gibraltar  es zona franca. Gracias a ello, miles de españoles cruzan "la verja” todas las semanas en busca de estos productos, más baratos que en España, incluidos los combustibles. También entran a trabajar alrededor de seis mil personas.
Aunque el inglés es la lengua oficial de la colonia inglesa, el segundo idioma es el español hablado por los “llanitos”, gentilicio informal de los gibraltareños. Se trata de un castellano andaluz, que en ocasiones se mezcla con palabras inglesas que forman un spanglish divertido de escuchar.
Los “llanitos”, al igual que su manera de hablar, son una mezcla entre británicos y andaluces, con más influencia de estos últimos. A pesar de esto, a los gibraltareños no les gusta ser asociados a los españoles. Se sienten orgullosos de ser británicos y pertenecer  a la Commonwealth, como dice su pasaporte. El tercer idioma en Gibraltar es el árabe como muestra de la influencia marroquí en este enclave, que cuenta además con un símbolo: la imponente mezquita Ibrahim-al-Ibrahim, situada junto al faro de Europa Point, punto más austral de Europa que mira directamente a África. Desde este punto se pueden ver las decenas de barcos que todos los días cruzan el estrecho en ambas direcciones.

La Main Street termina  su zona peatonal y se transforma en vía normal al llegar al viejo y pintoresco cementerio de Trafalgar, construido en 1798.  El parque es ideal para sentarse y descansar. Continuando hacia el sur se llega hasta el Botanical Gardens, con excelentes vistas del puerto de Gibraltar y la Bahía de Algeciras. A través del teleférico  desde los jardines botánicos, o a pie  desde Casemates podemos ir a la zona más elevada. Allí, además de monos,  podemos visitar una extensa e intrincada red de galerías y túneles construidos para ubicar cañones para la defensa y contemplar un espléndido panorama de la bahía de Algeciras. En total hay unos 50 kilómetros de túneles y galerías.
Desde la plaza Casemates podemos llegar a Ocean Village, el sector más elegante de Gibraltar que incluye exclusivos edificios de apartamentos, un elegante casino, lujosos restaurantes, pubs,  tiendas y una de las marinas más caras de Europa donde atracan cruceros y yates privados. 

Cada día se forman largas colas de vehículos para el control de aduanas de "la verja". Para evitarlas, muchos la cruzan a pie

Paraíso fiscal

Muchos habitantes de la Línea cruzan a diario "la verja”, como se conoce a la delimitación que separa el asentamiento inglés del territorio español para trabajar en el Peñon. La mayoría lo hacen andando o en moto dejando su coche aparcado al otro lado. Así se evitan las enormes colas que se producen a la salida para pasar el control de aduana en la frontera española. Una vez atravesado el aeropuerto se encuentra la parada del autobús que nos puede llevar al centro de la ciudad.
Gibraltar posee  estatus de Territorio Británico y amplias capacidades de autogobierno. Forma parte de la UE aunque con limitaciones propias de ese estatus especial, único en todo el territorio europeo. Es un paraíso fiscal que tiene registradas 38.000 compañías de las que 8.500 son impositivamente libres. Cuenta con varias publicaciones periódicas siendo la más destacada el diario Gibraltar Chronicle y una emisora de televisión: la GBC (Gibraltar Broadcasting Corporation) y algunas emisoras de radio.
Pero los llanitos utilizan una forma de talento para continuar viviendo con privilegios. Se suben a las barbas de  británicos y españoles para sentar plaza en un conflicto que viene desde hace tres siglos.
Gibraltar se ha convertido en la actualidad en un refugio de operadores financieros y fiduciarios instalados  en el límite de la Ley. De todas formas, merece la pena hacer una visita.

El teleférico enlaza la parte baja de Gibraltar, junto al mar, con 'La Roca'.

UNA VISITA A LA FINCA LA BARQUERA BAJA

La Barquera Baja, donde los caballos son libres

Los 169 alumnos de Posgrado de Badajoz de la Universidad de Mayores disfrutaron de un día de campo en la finca Barquera Baja, donde conocieron las magníficas condiciones de vida y cuidados que reciben los caballos Pura Raza Española

Por Antonia Marcelo García*

Llegada de los alumnos de la Universidad de Mayores a la Barquera Baja
                                                               

El programa del curso 2013-2014 contaba con la visita a la Yeguada La Barquera que se encuentra en plena Sierra de San Pedro, próxima a la población de Aliseda, en la provincia de Cáceres. Entre encinas, alcornoques y preciosos lagos, la finca está dedicada a la cría en libertad de caballos Pura Raza Española, que, como explicaba el profesor Luis Coleto, se distinguen por su fortaleza, equilibrio, carácter y nobleza. 




El veterinario Luis Coleto explica las característica del Pura Sangre Español 


Los alumnos, personal del programa de Badajoz y Cáceres, estuvieron acompañados en todo momento por su profesor José Miguel Coleto Martínez, ingeniero agrónomo, y por el veterinario y experto en caballos Pura Raza Española Luis Coleto Martínez, quienes explicaron a los presentes las características de esta ganadería. La belleza de los caballos y yeguas de la Finca la Barquera la pudimos comprobar mientras los cuidadores los exhibían tanto en los picaderos como en el campo. 


  

La belleza de un Pura Sangre Español en plena carrera

La morfología de los caballos que exhibían los cuidadores eran espectaculares, haciendo mención los profesores de las diferencias con el Caballo Andaluz. Una de ellas estaba en su pezuña muy pronunciada en los caballos que pisan las marismas a los que corren y pastan en la dehesa extremeña, que es más pequeña.


Marisol Feijoo, vicepresidenta de AUMEX, no dudó en acercarse a las yeguas que pastaban en plena dehesa

La nobleza de estos animales la pudimos comprobar estando muy próximos a ellos en los lugares donde pastaban,  en los que en ningún momento nos sentimos en peligro a pesar de la proximidad.

La yeguada se mueve en libertad por la extensa finca, donde no faltaba el impresionante cortijo, carruajes y monturas de todo tipo y una gran exposición de los trofeos conseguidos en los concursos presentados en todo el territorio nacional.
                                                       Jesús Ruiz Subirán herrando uno de los caballos

Visitamos también la zona de herraje. Hermoso oficio de calzar a los animales, imprescindible en el cuidado y atención del caballo que desarrolla con arte y precisión el joven herrero de Badajoz Jesús Ruiz Subirán, conocido por su pericia en todos los centro de hípica de la región.


                                 Miguel Caballero, Luis Coleto y Carmen Pinilla en el momento de entrega de un recuerdo de la visita

Al termino del recorrido, los 169 alumnos degustaron un rico menú de venado, muy apreciado en la zona, en un restaurante de Malpartida de Cáceres. A los postres, Miguel Caballero y Luis Coleto, del Programa de Mayores de la Universidad de Extremadura,  hicieron entrega a la empresaria y ganadera Carmen Pinilla Crespo, Presidenta de la Asociación Extremeña de Criadores de Pura Raza Española, que nos acompañó en toda la visita a la finca, un plato conmemorativo  en recuerdo y agradecimiento por las desinteresadas atenciones recibidas, lo que agradeció y dijo sentirse orgullosa de que un grupo tan numeroso hubiera visitado la ganadería.

*Alumna 5º UMEX






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Antonia Marcelo Garcia

CÁCERES, UNIVERSAL

El casco antiguo de Cáceres, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es de los más importantes de Europa  


Cáceres, universal y eterno


El casco antiguo de Cáceres, tercer conjunto de Europa por su estado de conservación, lleva siglos llamando la atención por su belleza 

Un paseo nostálgico y lleno de recuerdos y vivencias por el escenario de la Ciudad Monumental



*Por Antonio Rodríguez Muñoz

La fama universal de la  monumentalidad de Cáceres puede parecer a algunos un logro  reciente; o  la consecuencia lógica del impulso mediático que le dio el turismo a raíz de  la declaración de su casco antiguo por parte de la UNESCO de patrimonio de la humanidad en 1986. Pero contrariamente a lo que  pueda parecer, los palacios, las iglesias y las casonas de Cáceres llamaron ya poderosamente la atención de los viajeros de otras épocas. Su laberíntico trazado, sus altas torres, las sorprendentes visiones que produce descubrir a cada vuelta de esquina esas sinfonías en piedra que son sus mansiones y sus templos,  evocó en ellos, la más pura esencia de la Edad Media.

El panorama de la ciudad antes de las implicaciones de Extremadura en la  guerra de sucesión al trono de Castilla  en 1474 tuvo que haber sido espectacular. Si hoy nos parece majestuosa la contemplación de la ciudadela con sus torres desmochadas, nos es fácil imaginar cómo tuvo que ser cuando sus esbeltos bastiones permanecían intactos con toda su arrogante altura,  antes de que las piquetas ejecutaran la terrible sentencia de dar con buena parte de su soberbia en el suelo por orden de la reina católica,  después de terminada la contienda contra los que tomaron partido por la  hija de su medio hermano Enrique IV, doña Juana de Castilla, la supuesta hija de don Beltrán. Son precisamente las torres lo que confieren a la ciudad esa estampa majestuosa  cuando se contempla en la distancia, y nos fascina ese aire emblemático de poder que tanto caracterizó a la nobleza castellana de la baja Edad Media; así que no podemos más que lamentar que la ciudad perdiera gran parte de su encanto por medio de esa mengua.

Mi recuerdo de Cáceres rememora un tiempo felicísimo a finales de los años cincuenta viviendo en una ciudad muy semejante a un pueblo grande donde se conocía todo el mundo. Digo un tiempo feliz, porque sin lugar a dudas, la verdadera patria de todo hombre es su niñez, y de mayores lloramos su pérdida como si nos hubieran expulsado del paraíso; aun cuando desde la perspectiva de hoy, para algunos, aquellos años pudieron haber sido una época difícil cuando tanta gente tuvo que marchar a buscarse la vida a otras regiones.  Entonces nosotros no podíamos establecer la diferencia con otro tiempo ni otros lugares,  por carecer de referentes y ser aquello lo único que conocíamos; de modo que a los muchachos, Cáceres  nos parecía la ciudad ideal.

Por aquel tiempo, una eventualidad, vino a revolucionar la vida de aquella pequeña ciudad perturbando toda la tranquilidad que tanto la caracterizaba. Se trataba de una empresa cinematográfica que (aprovechando el incomparable escenario medieval de Cáceres), llegó de Madrid a rodar una película sobre una obra de William shakespeare “The Taming of the Shrew”. Esto del título original de la obra y su autor, lo vine a saber lógicamente mucho después. Toda la ciudad andaba como loca a causa de aquel acontecimiento  que puso patas arriba el tranquilo discurrir de la vida. Nosotros, los chavales, siempre curiosos e inquietos, nos apelotonábamos en los espacios de la vieja ciudad tratando de ver el trabajo de los actores y en muy pocos casos conseguíamos verlos actuar, ya que la mayoría de las veces los trabajos tenían lugar en el interior de los palacios, pero conseguimos ver a algunos famosos del cine de aquel tiempo en los cafés o por la Plaza Mayor y calle Pintores. Aunque  a los principales protagonistas, que eran Carmen Sevilla y Alberto Closas, yo nunca los llegué a ver.

Poco después de rodarse aquella película a la que pusieron el título de “La fierecilla domada” (algo parecido al título original de la obra de shakespeare), llegamos a verla en los cines de Cáceres. A mí me pareció una cosa muy simple aquel filme. Luego de mayor, vi en la televisión inglesa una representación en teatro de aquella obra y poco después tuve ocasión de hacerme con un DVD de la misma  que venia de regalo con una edición dominical de “The Sunday Mirror”. Acordándome de la versión para el cine realizada en Cáceres,  no pude evitar hacer una comparación entre ellas. No tenían casi nada que ver la una con la otra. Así como la película española me pareció un verdadero despropósito, la versión inglesa me pareció la cosa más brillante en teatro de todas las que he visto.

“La Doma de la Fiera” (esa es la traducción en castellano del titulo original) es una obra escrita como un divertimento. Contiene dos argumentos entrelazados. Es la historia de una mujer indomable representada como una broma. La “fiera” es Katharina Minole una mujer de temperamento terrible. Su hermana Bianca es por el contrario de carácter dulce y amable y tiene muchos pretendientes. Según las costumbres de la época, la hermana mayor (Katharina), debe casarse antes que la menor, y uno de los pretendientes de Bianca, Petruchio, idea un plan para casarse con ella.

Petruchio es un joven casadero que en principio quiere casarse con Katharina sólo por el interés del dinero de la dote; pero al final, su oculto encanto cautiva a Katharina, suavizando con perspicacia y habilidad su indómito temperamento. Aunque  Petruchio se propone domar el fiero carácter de la joven y lo consigue por medio del ingenio y la astucia,  triunfa sólo por la razón del amor.

Cáceres ha sido desde el principio un insuperable escenario para estos propósitos. Varias veces he encontrado a equipos de filmaciòn realizando estos trabajos en mis visitas a la ciudad, y tengo fotografías de una de mis hijas cuando niña, en brazos de los actores vestidos con indumentarias del siglo XV al pie de la iglesia de San Mateo.

Guardo en la memoria, como la secuencia de una película, un fugaz pasaje  de la vida que ocurrió mucho después en una de mis visitas, como un instante mágico: fue un domingo en Santa María. Se estaba celebrando una boda. Justo en el mismo momento de entrar en la concatedral, empezó a sonar el órgano que estaba dando las notas de entrada al “Ave María” de Schubert. La emoción sobrevino de inmediato cuando una voz de mujer empezó a sonar desde las alturas del templo. Aquellas notas bajando desde lo alto y volviendo a subir por el aire como una corriente de ondas espirales inundando todo aquel recinto gótico, mantuvieron mi  pecho comprimido por la emoción durante el tiempo que duró el canto y fue otra más de las maravillosas vivencias que guardo de la capital.

La villa, al igual que las pequeñas ciudades castellanas como Ávila, Soria, Zamora, Palencia y otras, sigue teniendo aún ese encanto provinciano y rural que le hace a uno sentirse complacido y seguro, sabiendo que todo lo necesario para vivir a gusto lo tienes a mano, y con la sensación de estar entre gente agradable, y lejos de los conflictos e incomodidades de las grandes urbes. Cada vez que voy a rendirle el tributo de la visita obligada que le debo por el cariño que le tengo, la encuentro más bonita. Es como una mujer guapa que se engalana con acierto. Esto de engalanar la ciudad, hay que atribuirlo al amor que todos sus habitantes sienten por ella, tanto como  al tacto de sus regidores, que conscientes de la gran responsabilidad que les confiere el hecho de administrar una ciudad patrimonio, se aplican a ello con tino consiguiendo ese orden urbanístico y esa armonía arquitectónica coherentes con la importancia del icono que representa Cáceres para la humanidad.

Una de las cosas maravillosas que por lo que parece ya nunca más volveremos a tener, es el pan de Cáceres. Aquel bendito alimento que por sí sólo era exquisito al paladar. Es una pérdida que muchos lamentamos y que no llegamos a comprender el porqué de su desaparición, ni tampoco cómo hemos consentido que haya desaparecido de nuestra vida. La causa de su menoscabo (según dicen) estriba en la falta del cultivo de la variedad de trigo “Candeal”. Pues bien; en Francia donde el pueblo parece ser más amante de sus cosas que nosotros  de las nuestras, no lo permitieron, y el Parlamento tuvo que legislar a favor de que esta variedad de trigo panificable, se siguiera cultivando, y hoy siguen teniendo el mejor pan. Estoy convencido de que si consiguiéramos volver a tenerlo, muchos pagaríamos el doble de lo que se paga por el pan ordinario con tal de poder seguir teniéndolo. El pan de la vieja Norba Caesarina fue un extraordinario logro de su gente, y no hay razón que justifique su pérdida.

Preces desde este rincón de la Baja Extremadura a San Jorge su patrón para que Cáceres siga existiendo tal como la conocemos, para que su encanto prevalezca por siempre, y para que las generaciones futuras puedan tener la fortuna y la felicidad de contemplarla.