Descripción


Presentación de la revista digital de la Universidad de Mayores

Esta es la versión digital de la revista Aula Magna, una publicación que aprovecha las virtudes de las nuevas tecnologías –la inmediatez, el aumento de la capacidad, la continua renovación de contenidos… las posibilidades, en suma, de un formato no sujeto a las limitaciones del papel--, pero mantiene el mismo espíritu que ha animado a la revista Aula Magna desde sus inicios, hace una década: servir de vehículo de informaciones, de conocimientos, de contraste de pareceres, de la Universidad de Mayores de Extremadura (UMEX).

La versión digital de Aula Magna es una especie de plaza pública en la que será visible lo que merezca celebrarse o discutirse, lo que merezca conocerse más allá del aula, lo que importe a los integrantes de la UMEX tanto en su condición de estudiantes y como de ciudadanos, porque Aula Magna pretende reflejar la realidad de la UMEX, desde conferencias a lecciones magistrales; desde acontecimientos culturales, divulgativos o de ocio a crónicas de viajes de estudios, y de acoger cuantos asuntos sean de interés para los alumnos.

Cada persona matriculada en la Universidad de Mayores está llamada a participar en la elaboración de la revista digital. Todo el mundo puede aportar su experiencia, sus conocimientos y también sus críticas para difundir, con la mayor riqueza de contenidos posible, la realidad de la UMEX.

Los interesados en aportar ideas, elaborar contenidos, reflejar experiencias, pueden contactar con:

Antonio Tinoco: atinocoardila@gmail.com
Antonio Medina: casacastillo1@telefonica.net
Antonia Marcelo: a.marcelo.garcia@hotmail.es
José Manuel Cordero Paniagua: jomacorpa@hotmail.com
Ramón Brito: rabrigo@hotmail.com
Andrés Sánchez Maján: asmajan51@gmail.com
Antonio Rodríguez Muñoz: rodmunnio@hotmail.com
Antonia Gómez Serrano: pilargs57@gmail.com

viernes, 31 de mayo de 2013

HISTORIA DE UNA TORMENTA DIABÓLICA

HISTORIA DE UNA TORMENTA DIABÓLICA 



"Quise meterme entre dos peñas que había en la orilla y lo deseché porque no cabía, así que me senté en el suelo con la cabeza entre las piernas acurrucándome con mis brazos cuando empezaron a caer las primeras gotas que eran como granos de uva..."


"Lloré de miedo. Temblaba toda mi persona esperando en cualquier momento ser alcanzado por un rayo y en mi estado de infortunio y desesperación me encomendé a Dios..."


Por Antonio Rodríguez Muñoz*

Hay  pocos espectáculos de los que se dan en la naturaleza tan sublimes y fastuosos como una tormenta de verano contemplada desde un lugar seguro, estando uno a buen recaudo y con la tranquilidad que da el sentir que, por más violenta que sea la obra de representación de esta clase de fenómenos y por más furia que desplieguen sus fuerzas desencadenadas, el hecho de sentirnos protegidos nos tranquiliza y nos predispone a percibir  con todos nuestros sentidos  la magnificencia  del excelso acto. 

Si el fenómeno se produce por la noche, entonces la obra  adquiere una mayor dimensión de grandiosidad, propiciada por la propia luz del acontecimiento. Pero no puede a su vez existir nada tan espantoso, nada  que nos acobarde más y que nos atenace de terror hasta el punto de quedar estáticamente como petrificados y paralizados por el miedo, que esa tormenta cuando sobreviene en lugar sin amparo, sin refugio donde guarecerse y a merced de los elementos desatados por encima de nuestras cabezas.
La memoria más clara para mí de esa clase de tormentas ocurrió de muchacho, estando yo en Cáceres, adonde mi familia se había mudado a vivir. Cáceres como todos los que han vivido allí saben, carece de ríos, arroyos y charcas cerca de la ciudad donde pescar, distinto de lo que ocurre  en los alrededores de Badajoz, que hay que andar muy poco para ir de pesca. De modo que para  un chaval acostumbrado a ir de vez en cuando a pescar, como era mi caso, resultaba algo difícil poder ir a echar la caña ni siquiera en un charco cerca de la capital. Era necesario desplazarse al río Salor, que queda algo lejos. En domingos y días festivos lo más corriente entonces eran los paseos por Cánovas los domingos por la mañana y el cine por las tardes que en Cáceres eran estupendos; muy bonitos y lujosos.  Algunas veces nos aburríamos y yo echaba de menos la pesca desde que nos fuimos a vivir allí.  Algunos hombres del vecindario  me decían que a unos cinco kilómetros de Cáceres existía  un río yendo por la carretera de Trujillo donde había buena pesca, y espoleado por las ganas, tenia yo el propósito de ir a ese sitio a ver que tal se me daba la cosa.

Frustrada excursión de pesca

Los inmensos llanos de Cáceres,  sin ningún tipo de urbanizaciones en aquellos años, sin apenas casas de campo, podían ser avistados desde las alturas de la plaza de Italia, donde yo vivía.  Desde allí, se podía divisar la extensa penillanura despoblada de árboles y a través del interminable páramo, en los claros días de invierno y destacando contra el azul impoluto de aquellos cielos, se podía contemplar la majestad de las cumbres nevadas de Gredos en reposo. ¡Qué delicioso panorama  la visión de aquel placentero horizonte a los acordes de la campana de la torre del reloj! Aquella campana que me dio tantas horas. En esa estepa desértica se encontraba el río que me indicaban los mayores y una tarde de calor salí para allá con mi bote de lombrices, mi caña y mi bicicleta. Enseguida di con el río, que a mí me pareció un arroyo por lo pequeño, pero que formaba charcos de cierta consideración con sus superficies tapizadas de plantas acuáticas con flores blancas y llenos de ranas. Antes de llegar, aun a considerable distancia y sin el río a la vista, se podía deducir la cercanía del agua, por el concierto que estaban dando los batracios. Apenas me puse a pescar cuando por el horizonte distinguí un cielo oscuro, casi negro, que me produjo temor porque anunciaba algo más que lluvia. Continué con la pesca  y unos minutos después oí el primer trueno. De repente todas las ranas dejaron de croar. Se hizo un silencio total solo interrumpido de vez en cuando por el ruido de la tormenta en la lejanía. A los veinte o treinta minutos el estruendo era ensordecedor. La tormenta se me venia encima por momentos. El cielo estaba oscuro con densos nubarrones que presagiaban lo peor. Empezó a soplar un fuerte viento que agitaba con violencia  la vegetación de la orilla  y que levantaba enormes nubes de polvo por la llanura. Era un horroroso temporal del noroeste que me llenó de espanto cuando percibí que lo tenía encima. Mi reacción inmediata fue guarecerme. Pero dónde, si todo estaba desierto.

Recuerdo que en mi estado de pánico el primer impulso que sentí fue meterme debajo de la bicicleta. Desistí porque inmediatamente comprendí mi locura. Luego quise meterme entre dos peñas que había en la orilla y también lo deseché porque no cabía, así que me senté en el suelo con la cabeza entre las piernas acurrucándome con mis brazos cuando empezaron a caer las primeras gotas que eran como granos de uva. Así, en esa postura, esperé a que la lluvia que azotaba todo mi cuerpo pasara. Lo más recio del aguacero no duró mucho: serian veinte minutos, pero se me hicieron eternos oyendo el intenso ruido de los truenos y empapándome la lluvia a chorros.  Lloré de miedo. Temblaba toda mi persona esperando en cualquier momento ser alcanzado por un rayo y en mi estado de infortunio y desesperación me encomendé a Dios, a Santa María  Virgen y a San Antonio. Así en ese estado de espanto soporté aquel infierno que al final fue perdiendo intensidad y poco a poco se fue alejando de mí. Cuando me vi indemne y solo mojado dejé de llorar,  di gracias a Dios y ya fui tranquilizándome un poco, aunque no demasiado al comprender con horror que pudo haber ocurrido fácilmente una tragedia de haber sido golpeado por uno de los muchos rayos que cayeron cerca de donde yo estaba, pero gracias a la intervención divina, por un milagro de los cielos, se me permitió seguir vivo. Fue una de las experiencias más fuertes de toda mi vida, un recuerdo que indeleblemente me acompaña desde aquel día.

Después de la tormenta…

Siguió lloviendo durante un rato más, pero el chubasco no me era molesto. Después del terrible suplicio, aquellas gotas suaves me parecían una bendición, algo así como una caricia resbalando por mi rostro. Bastante calmado y sintiendo mi cuerpo con todos sus miembros intactos  me fui reponiendo del susto poco a poco. A ratos pensaba en lo afortunado que había sido aquel día en que volví a nacer.

Ya la tempestad atronaba lejos, en dirección a Cáceres, cuando vi que el arroyo que había estado seco empezó a correr con una corriente de agua turbia. El viento se calmó, los nubarrones se fueron dispersando, el sol poco a poco fue apareciendo con suave luz por entre las nubes, y todo quedó en una dulce calma. El olor del aire era agradable y fresco. Yo, como el Ave Fénix resucitado de entre las cenizas, me encontraba más tranquilo y sosegado. Las ranas reanudaron su canto y la vida volvió a ser bonita.

Me quedé sin saber si en aquellos charcos había pesca porque no me dio tiempo de comprobarlo, ya que después de aquella aventura no me quedaron ganas de averiguaciones ni de  seguir allí. Lo que hice fue quitarme la ropa, escurrirla y ponerla a secar al sol encima de las peñas de la orilla. Volví a sentarme desnudo en una piedra y esperé a que el sol que volvió a lucir con  fuerza, hiciera su trabajo. Luego al cabo de una hora o así, con la ropa algo húmeda todavía, me vestí, cogí los trastos, monté en la bici y me di el bote de allí, camino de Cáceres.

Nunca más volví por aquel lugar. No por aversión, tampoco por temor  a lo que me había pasado, simplemente porque no hubo lugar, ya que  mi estancia en Cáceres fue corta.   Desde entonces consideré mágico aquel rincón y lejos de sentir antipatía por él, sigue acudiendo a mi memoria, y lo recuerdo siempre con cariño y nostalgia. Considerando el espíritu de las cosas, allí estará todavía la misma peña de la orilla que me vio  llorar de desesperación por la angustia de aquel momento, cuando me vi perdido, tal vez  esperando verme aparecer  para que yo  correspondiendo con un gesto de humildad  agradezca que su esencia mineral  rechazara los rayos aquella tarde alejándolos de mi.  Un año después de aquel suceso, nos volvimos a vivir a Badajoz. Desde entonces,  he vuelto muchas veces a Cáceres  que tiene para mí el influjo de un imán que me atrae con fuerza, pero nunca más volví tampoco a la plaza de Italia a contemplar las crestas blancas de Gredos en la lejanía.




*Antonio Rodríguez Muñoz es alumno de 3º curso de la sede de Badajoz de la UMEX

jueves, 30 de mayo de 2013

VIAJE CULTURAL A SALAMANCA



VIAJE CULTURAL A SALAMANCA

Alumnos de la sede de Plasencia descubrimos los secretos de una de las ciudades más bonitas de España

 
Alumnos de la sede de Plasencia

Por Mª José de Arribas Rebollo*

Los alumnos de la universidad de mayores de Plasencia  hicimos un viaje cultural a Salamanca, donde descubrimos los secretos de la ciudad: su Plaza Mayor, el Palacio de Monterrey y una de las casas más originales en España, La Casa de las Conchas.

Compartir y disfrutar con todos los compañeros de esta bonita ciudad bajo la batuta de nuestra profe Pilar Pérez, que es la que explica, fue una experiencia estupenda.

Paseamos por la Plaza Mayor con esa luz tan especial y ese dorado que tiene su piedra de Villamayor. Nos encaminamos desde allí por la calle La Rúa hacia la Pontificia con su magnífica iglesia, La Clerecía. Llegamos a la Universidad, con esa maravillosa fachada de estilo plateresco que regaló a los salmantinos Alfonso IX, y salimos a la Catedral Vieja, de la que se cuenta la anécdota según la cual en una de sus capillas, llamada  del aceite, dicen que se refugiaba Franco cuando bombardeaban la ciudad. Desde ahí pasamos directamente a la Catedral Nueva, para salir a los jardines de Anaya. Por la calle Compañía admiramos La Casa de Las Conchas, con su precioso patio, y continuamos hacia el Palacio de Monterrey.

Al final nos deleitamos con una comida estupenda.

*Mª Jose De Arribas Rebollo es alumna de la sede de Plasencia
 


IMPRESIONES DEL INTERCAMBIO CON LAS UNIVERSIDADES DE OPORTO Y DE LEIRIA



IMPRESIONES DEL INTERCAMBIO CON LAS UNIVERSIDADES DE OPORTO Y DE LEIRIA

El intercambio de alumnos de la Universidad de Mayores de Extremadura con los de  Oporto y Leiria ha constituido una experiencia inolvidable. Aquí van algunos testimonios que dan fe de ello

Una extraordinaria vivencia:

Por Eugenia García Fernández*

Alumnos que en cursos anteriores habían estado en el intercambio con Leiria me habían contado la experiencia tan positiva que les había supuesto. Para mí se quedaron cortos, ha sido extraordinaria la vivencia, no solo los actos programados en el Instituto Politécnico de Leiria, centro dotado magníficamente, clase de gimnasia, danza, actuación de la tuna de alumnos mayores, cuyo sistema es distinto al nuestro al participar en las clases de las distintas licenciaturas.
La visita al centro empresarial de Marina Grande fue sorprendente y muy curiosa la visita al molino de papel y museo del pan. Las visitas al monasterio de Batalha, de Alcobaça y las ciudades de Obidos y Nazaret completaron un día de excursión agradabilísimo.
Pero por encima de todo me impresionó la calidad humana de los alumnos portugueses, qué seres tan entrañables, no les podremos olvidar.
Y el papel de Camino, pendiente de todo y de todos, merece la mayor de las felicitaciones.
Creo que hemos quedado deseosos de una nueva oportunidad de intercambio.

 *Eugenia García Fernández es alumna de postgrado del Programa de Mayores de la sede de Cáceres.


Leiria: un intercambio de mucho compañerismo
Por Adoración Muñoz*
Llevo 7 años en la Universidad  de Mayores y en todos  he   aprendido  cosas  nuevas. El curso  pasado que fue  el primero de posgrado. Empecé  Informática, de la  que estoy muy contenta porque no sabía ni coger el ratón. Desde aquí doy las gracias a Leticia por su entrega y ayuda .
Este intercambio con Leiria ha sido de tener mucho compañerismo por parte de todos. Ha sido inolvidable. Hemos tenido clases  muy  amenas, y viajes culturales.  Visitamos el  Monasterio de Batalha,  Patrimonio de la Humanidad, del gótico  flamígero. Esto  lo sé por las clases  de  Arte que hemos tenido con nuestra profesora  de Historia  Pilar  Pérez,  que  tanto nos ha enseñado y a la que siempre le estaré agradecida. Pilar te eché  de  menos  en este Monasterio. Nos hubieras explicado mucho.  Me llamó  la  atención las Capillas   Inacabadas  y  la fuente preciosa  en la que me hice una foto.
El Monasterio de  Alcobaça, es  muy  bonito. Allí se encuentran las más bellas obras  del  arte tubular  europeo. Las tumbas del Infante Pedro I, que  reinó de 1360 al 1367, protagonista de una historia  de amor prohibida con la gallega Doña Inés de Castro, que ejecutada en 1355 en Coimbra  por  orden del Rey Alfonso IV, debido a su relación con el Rey Pedro I, hijo de Alfonso. De manera  póstuma  fue declarada esposa de Pedro I y por lo tanto Reina de Portugal después de muerta.
Agradezco a nuestro director del programa de Mayores, Florentino Blázquez Entonado, y  cómo no a la directora  de Leiria, por tener el placer de ofrecernos estos  intercambios que  son tan  instructivos para  personas de nuestra edad.
Doy las gracias también a nuestra compañera  y  guía  Camino  por lo bien que  nos ha  tratado y con tanta amabilidad y simpatía, siempre tan pendiente de todo.
*Adoración Muñoz es alumna de Posgrado de la sede de la UMEX en Plasencia


Visita a Oporto: una experiencia que hay que repetir
Por Esperanza Rubio Tostado*
Espero poderos transmitir las sensaciones vividas en esta actividad organizada por la Universidad de Mayores de Extremadura. He realizado un intercambio cultural con la ciudad de Oporto junto con 4 compañeros de mi sede y con bastantes más de otras sedes de la Universidad de Mayores de Extremadura.
La convivencia ha sido muy enriquecedora. Hemos aprendido mucho sobre nuestros vecinos los portugueses. Son educados, amables, simpáticos… En todo momento han estado procurando que nuestra estancia fuera agradable. Nos hemos sentido muy bien.
Los profesores nos han explicado lo máximo posible, procurando siempre y en todo momento que entendiésemos todas las cosas. Hemos tenido clases de todo. Desde Arte, Historia portuguesa, Lengua portuguesa… También podemos entender como clase la visita al museo de pintura portuguesa y la ruta por la ciudad.
También fuimos a un pueblo llamado Guimarães, donde dicen que se encuentran los inicios del actual Portugal.
Como veis todo muy instructivo pero a la vez muy entretenido.
La ciudad es preciosa, antigua pero muy bien comunicada con líneas de metro, funicular, tranvías, autobuses… En la zona de la ribera tiene bodegas con su vino donde nos dieron una cata. Y fue espectacular escuchar fados mientras cenábamos.
Una experiencia para repetir siempre que se pueda.
Gracias a la universidad de Oporto por su cariño y por dejarnos que les conozcamos más aún. Y por supuesto a los responsables del intercambio. Gracias por esta oportunidad de seguir aprendiendo y disfrutando. Un agradecimiento esepcial para Ramona Torres por su paciencia y saber hacer, por la simpatía y cariño que nos has dado. Gracias Ramoni.
Un saludo y los guardaré en el recuerdo a todos los compañeros del intercambio.
*Esperanza Rubio Tostado es alumna de 4º curso de la sede de Plasencia

VISITA AL PALACIO-MUSEO SANTA CRUZ


EL MUSEO SANTA CRUZ, JOYA ARQUITECTÓNICA Y BIBLIOGRÁFICA


Un grupo de alumnos de la Universidad de Mayores visita la Universidad Millán Santos de Valladolid y contempla el tesoro artístico y bibliográfico de su Museo-Palacio-Rectorado

El Museo muestra el legado del cardenal González de Mendoza y su riquísima colección de códices manuscritos e incunables, entre los que destaca el Beato de Liébana

Por Antonia Marcelo*


La Universidad de Extremadura ha devuelto  a la Universidad Millán Santos de Valladolid la visita que sus alumnos habían efectuado a Extremadura por el compromiso contraído entre las diferentes Universidades de Mayores para sus intercambios culturales. Los alumnos hemos tenido el privilegio de pasar una semana con los pucelanos, de donde hemos traído unos magníficos recuerdos, tanto del alumnado como de los profesores; y, naturalmente, fotografías que muestran la diversidad artística y monumental de que hemos disfrutado. Y muy especialmente de la visita efectuada al Palacio Museo de Santa Cruz.
Fachada del Palacio de Santa cruz, que alberga el Rectorado de la Universidad de Valladolid

El edificio que alberga el museo fue fundado por el cardenal Pedro González de Mendoza. Su gran formación y cultura le sirvió para ejercer una fuerte influencia política en tiempos  de los Reyes Católicos y de Enrique IV de Castilla, considerado el tercer rey de España. El Palacio de Santa Cruz, acabado de construir el mismo año del descubrimiento de América, en 1492, es de gran importancia vanguardista, pues constituye la introducción, al gusto italiano, del Renacimiento en España. La portada es una de las creaciones más tempranas del Plateresco. En el tímpano del edificio destaca la figura del cardenal arrodillado ante Santa Elena. El palacio es declarado Museo Histórico Artístico desde 1955 y sede en la actualidad del Rectorado de la Universidad.

La biblioteca con el cuadro ecuestre del cardenal González de Mendoza y Santa Elena al fondo

Dentro del edificio se encuentra el Museo de la Universidad.  En una de sus alas la Biblioteca, con un magnífico patrimonio en códices, bulas y actas que habían pertenecido al Colegio del cardenal González de Mendoza y que fue aumentado con fondos de la desamortización de Mendizábal. Entre los manuscritos, cerca de 600, destacan discursos de Cicerón, la Biblioteca Políglota Complutense del cardenal Cisneros y el valiosísimo Beato de Valcabado con los comentarios del Apocalipsis del Beato de Liébana. Está ilustrado con preciosas miniaturas mozárabes de intensos colores, perfectamente conservados y que están a disposición de investigadores de todo el mundo que acuden con asiduidad para consultarlos. Una magnifica librería barroca de dos pisos da cobijo a tan importante legado de incunables raros y documentos datados desde el siglo X. Miles de volúmenes que alcanzan todas las ciencias pueden ser consultados en una confortable sala de investigación. De nuevo, dentro de la biblioteca, un gran cuadro preside el recinto con el Cardenal, a manera ecuestre, como Santiago,  ante Santa Elena a la que se le atribuye haber encontrado la Vera Cruz.




                               El Beato de Manchester, uno de los códices que guarda el Museo Santa Cruz



Magnífico es el Beato (códice manuscrito, siglo X y XI), todo él con preciosas miniaturas de intensos colores. Uno de sus dibujos causó mayor impresión a los visitantes de nuestra Universidad de Mayores por tratarse de lo que en la Alta Edad Media --tiempo de cambios e incertidumbres--, creían que configuraba el mundo. En él puede verse Adán y Eva con la serpiente en la parte central y todo el dibujo enmarcado por los océanos, ya que naturalmente los hombres de la época desconocían el mundo tal como lo concebimos en la actualidad. El mapamundi es una de las principales obras cartográficas de la época.
    Mapamundi del Beato de Liébana. Es un reflejo de la concepción del mundo en la Alta Edad Media, cuando no se concebía la existencia de América. Adán y Eva son las figuras centrales.

Los Beatos fueron escritos  principalmente en el reino leonés, antes de la creación de Castilla, que en aquellos momentos estaba formado por Galicia, Principado de Asturias, León, Zamora, algo de la provincia de Salamanca, Béjar, algo de Cáceres, Badajoz y Huelva. Lo más importante es el arte con el que estos hombres confeccionaron esos magníficos libros, que pudimos contemplar en forma de facsímil, ya que los originales están fuertemente custodiados.
En Cantabria y Asturias, Beato de Liébana, San Beato, sienten una gran devoción por esta figura, celebrándose  su festividad el 19 de Febrero.
El grupo de alumnos de la UMEX, durante su visita a  la Fundación Jiménez-Arellano que cobija la exposición de arte africano, hoy dedicada al Reino de Oku. La exposición está dentro del recinto del Museo-Palacio 

Y como gracias al intercambio efectuado con la Universidad Permanente Millán Santos, un pequeño grupo de la UMEX hemos tenido acceso a estos libros, --solo al alcance de algunos privilegiados y estudiosos,en aquel momento dos llegados de Sudáfrica--, lo muestro para el placer y recreo de todo aquel que desee transportarse a ése 'túnel del tiempo' que es una magnífica biblioteca y un magnífico edificio-palacio que ha llegado a nosotros por obra y gracia de un Cardenal y un Beato.





*Antonia Marcelo, de 4º UMEX

Algunas aclaraciones

-Beato: Distintos códices manuscritos, siglos X y XI
-Beato: Paso previo a la canonización
-Mozárabe: Lengua romance prerrománica
-Mozárabe: Cristianos que vivían en territorio musulmán al-andalus

Direcciones de interés
aumex@unex.es
www.upmillansantos.uva.es
www.unex.ex

JESÚS CARRASCO: ‘INTEMPERIE’ ES UN FRESCO SOBRE LA DIGNIDAD”


  
El escritor pacense Jesús Carrasco, autor de la novela 'Intemperie', una de las últimas sensaciones literarias
JESÚS CARRASCO: ‘INTEMPERIE’ ES UN FRESCO SOBRE LA DIGNIDAD”



El escritor, nacido en Badajoz hace 41 años, está revolucionando el panorama literario con su primera novela, vendida a 13 países

 

“Cuando escribo una historia sé como empieza y cómo acaba. En medio dejo a los personajes vivir”


“El texto de la novela ha de sonarme bien leído en voz alta. Tiene que ser parecido a una respiración”


"Cuando construía el paisaje de ‘Intemperie’ no estaba pensando particularmente en Extremadura, pero es una posible ubicación de la novela"


Por Antonio Medina Díaz*

Y de pronto… llega ‘Intemperie’, una novela que está revolucionando el panorama literario español; una novela que, incluso antes de salir publicada en España por Seix Barral, sus derechos fueron vendidos en la última Feria de Frankfurt a editoriales de 13 países; una novela que, con poco más de 200 páginas y tres personajes, tiene el aliento de un clásico: ‘Pedro Páramo’, ‘Cien años de soledad’, el mejor Delibes, el mejor Cela... Son palabras mayores, pero son palabras que ya comparten los miles de lectores que, solo en nuestro país y en pocos meses, han hecho que la novela vaya por la octava edición. ‘Intemperie’ es un relato duro, salpicado de momentos de gran lirismo donde la presencia de una naturaleza inclemente hilvana toda la trama y en la que la dignidad del ser humano brota del paisaje seco y polvoriento con una fuerza inusitada. ‘Intemperie’ es todo eso y más y aún guarda otra sorpresa: su autor, Jesús Carrasco, es extremeño y ahora vive en Sevilla. Nació en Badajoz en 1972 y pasó parte de su infancia en Olivenza. Extremadura está en el lenguaje de la novela y en el paisaje de la obra, dotado de una fuerza protagonista que al aparecer sin referencias de lugares, nombres y tiempo permite al lector centrarse exclusivamente en los hechos. Carrasco será el pregonero, el próximo viernes día 10, de la Feria del Libro de Badajoz.


¿Qué es ‘Intemperie’? ¿Una tragedia clásica? ¿Una lucha entre la violencia y el mal? ¿El triunfo de la dignidad?

Todas las lecturas que apunta son, desde luego, lecturas posibles. Si debo elegir una, me quedo con la última, pero alterada. Más que un triunfo de la dignidad, creo que es un fresco sobre la dignidad.

¿Cómo es su proceso de creación? ¿Parte de una idea previa y la empieza a escribir cuando ya la tiene bien elaborada o se va haciendo sobre la marcha?

Comparto la idea de Auster cuando dice que sabe cómo comienza y termina una obra, y que el espacio blanco que hay entre medias, se llena dejando a los personajes vivir. Parto, generalmente, de una intuición. Mi trabajo, a priori, consiste en acotar el espacio donde esa intuición ha de tomar una forma.

Uno tiene la impresión de que el texto de su novela se construye sobre un lenguaje que no es literario, el que se encuentra leyendo, sino vivido, el que se respira en la casa, la familia, en el sitio en que se vive y se aprende a hablar. ¿Es así?

El lenguaje de la novela es en parte natural y en parte buscado. En cualquier caso, busco mi propia cadencia a la hora de construir el texto. Ha de sonarme bien cuando lo leo en voz alta, independientemente de que tenga o no resonancias literarias. Ha de ser algo parecido a la respiración.

No hay nombres ni fechas, solo “el niño”, el “cabrero”, el “alguacil”. ¿Ha eliminado todo lo demás para que estos personajes lleguen al lector más intensamente?

En parte sí. Lo simbólico, por definición, tiende a concentrar significado y a intensificar su presencia. Despojando a los personajes de sus atributos particulares, lo que nos queda son arquetipos capaces, por un lado, de tener una mayor presencia y, al mismo tiempo, de encontrar a una mayor cantidad de receptores dispuestos a acogerlos.

Al lector extremeño no le resulta difícil identificarse con el paisaje, con la desolación del campo, de las ruinas, de las edificaciones; por supuesto, también con el lenguaje. Aunque se le ha relacionado con el mundo de Delibes, parecería como si estuviese pensando en Extremadura mientras escribía la novela. ¿Es cierto?

Aunque los paisajes de  Intemperie existen en la realidad, no estaba pensando particularmente en Extremadura. A pesar de que los haya desdibujado, necesitaba esas imágenes para construir la obra y tiré del escenario que, por circunstancias de la vida, me quedaba más a mano. Pero lo cierto es que ese paisaje aspira a ser ibérico, así que Extremadura, por supuesto, es una ubicación posible para la novela.

En algunas entrevistas confiesa que le ha sorprendido el éxito de ‘Intemperie’. ¿Por qué? ¿Cree que su novela no lo merece?

El éxito, en ocasiones, no se corresponde sólo con el merecimiento. Yo he hecho mi trabajo lo mejor posible, pero si no me hubiera cruzado en el camino con la que ahora es mi editora, el lugar que en este momento ocupa el libro no sería el mismo. Para mí, que lo he visto nacer, el libro sigue siendo el mismo texto que había en aquel montón de folios que era el manuscrito.

¿Escribe poesía? Hay párrafos de ‘Intemperie’ con un gran aliento lírico…

No escribo poesía, pero la leo. El aliento lírico al que ser refiere, tiene que ver, en mi caso, con la mirada. La belleza está delante de nosotros, pero necesitamos entrenar la mirada para que sea capaz de percibirla. Yo hago todo lo posible por mantener mi mirada en forma.

¿Teme que la repercusión internacional de ‘Intemperie’ trastoque sus planes de escritor?

Mis planes de escritor, antes de esa repercusión internacional, eran seguir escribiendo a salto de mata mientras trabajaba de cualquier otra cosa. El "trastorno" al que alude, me va a permitir estar algún tiempo dedicado solo a la escritura.

¿Cuándo podremos ver en las librerías la novela que está escribiendo ahora?

No tengo ni la menor idea. Todavía tengo mucho trabajo por delante para llevar la obra a término. Cuando la concluya, mi editorial tendrá que encontrar el momento más propicio para publicarla. Si sumamos esos dos inciertos plazos, es imposible saber cuándo llegará esa futura novela a las librerías.

 

 *Antonio Medina Díaz es director de AULA MAGNA, la revista de la Universidad de Mayores de Extremadura 

miércoles, 29 de mayo de 2013

CAMINO CABALLERO Y RAMONA TORRES, DOS IMPRESCINDIBLES DE LA UNIVERSIDAD DE MAYORES

Entrevista, con ocasión del viaje de intercambio a la Universidad de Leiria/Oporto, a dos de las personas que hacen que la UMEX sea un éxito

La entrevista puede verse en este enlace

LAS OTRAS CARAS DE LA UNIVERSIDAD DE MAYORES DE EXTREMADURA


Por Fernando Alcántara Grande

Al César, lo que es del César.-Dos personas que hacen sus trabajos muy bien, aunque diferentes, pero que hay una gran mayoría de alumnos que lo las conocen, y están ahí, y son importantes en La Universidad de Mayores de Extremadura, son: Camino Caballero y Ramona Torres.
SU PERFÍL, ASÍ LO VEO.
CAMINO: De aspecto serio, joven, extrovertida. Le gusta vestir bien, dar buena imagen. Amiga de la comunicación, se encuentra a gusto entre micrófonos y cámaras. No renuncia a las entrevistas.
RAMONA: Es joven también, amable y educada, su sonrisa superficial te da una sensación positiva en el trato. Organizada con los papeles y sería con el dinero. Le preocupa bastante la imagen, como a la gran mayoría de las mujeres. No le llama la atención ni el micrófono ni la cámara, pero siente respeto al verlos.
Las dos, Camino y Ramona, mueven los palillos a la perfección desarrollando sus respectivos trabajos y coordinando el mismo con los compañeros. Como muy bien avalan los éxitos y la evolución de La Universidad de Mayores de Extremadura.
He querido que sean ellas las protagonistas en estas entrevistas, que he tenido la ocasión de hacer durante el último “Intercambio” llevado a cabo entre la sección de Badajoz de la Universidades de Mayores de Extremadura y la Universidad de Mayores de Leiria/Oporto.

Ha sido un placer trabajar y viajar con ellas como responsables. Son merecedoras del cariño y la amistad de los alumnos.
Un beso para las dos, os lo merecéis.

lunes, 27 de mayo de 2013

ÉXITO EN LA CLAUSURA DEL CURSO DE LA UMEX

ÉXITO EN LA CLAUSURA DE CURSO DE LA UMEX EN BADAJOZ


Un teatro López de Ayala ocupado por un público entusiasta, se deleitó con la Orquesta, el Coro, y con la representación de '¡Vámonos ya!', de los Hermanos Quintero

Alrededor de 300 alumnos participan en la fiesta de convivencia de fin de curso


Por Fernando Alcántara Grande*
El pasado 20 de mayo tuvo lugar el acto de clausura del curso 2012/2013 de la  Universidad de Mayores de Extremadura (UMEX) en Badajoz. El escenario que lo acogió no podía ser más adecuado: el Teatro López de Ayala, y el ambiente en las butacas --no cabía un alfiler-- estuvo a la altura del acontecimiento. Las actuaciones de la Orquesta, el Coro y el grupo de teatro de la UMEX, que llevó a la escena la obra '¡Vámonos ya!', de Joaquín y Serafín Álvarez Quintero, pusieron un esplendido cierre al curso. 
No faltaron, como es de rigor, las palabras del director de programas Florentino Blázquez Entonado, quien ratificó el éxito del curso y se detuvo en ponderar la labor de la UMEX, cuyas actividades y contenidos son vehículo de satisfacción y deleite para una gran mayoría de alumnos y profesores.
No puedo dejar pasar esta oportunidad y dar mi opinión sobre lo que representa la UMEX. Solo quiero decir, por si algunas personas no lo saben aún, que la Universidad de Mayores representa una extraordinaria experiencia cultural y social. Crea iniciativas que compartimos alumnos  y profesores, enriquece nuestro vocabulario y nuestros conocimientos y nos hace recordar materias que dimos hace años. En definitiva, la UMEX nos hace aprovechar el tiempo y es una herramienta indispensable para agilizar nuestra mentes.                           
Todas las personas que hayan cumplido 55 años,  o que se encuentren jubilados o prejubilados, les animo a que se integren el próximo curso. El tiempo les dirá que tomaron una magnífica decisión.

Fiesta de convivencia

Pero los festejos por el fin de curso no terminaron en el Teatro López de Ayala porque el 24 de mayo tuvo lugar la fiesta de convivencia en la Sociedad Hípica Lebrera de Badajoz. Organizada por la Asociación de Alumnos de la UMEX congregó a alrededor de 300 alumnos.
Fue un acto social en el que brilló la elegancia y el buen vestir de todos y en el que lo principal eran las relaciones con los compañeros de la UMEX alrededor de una buena mesa. Al finalizar el acto, la presidenta de la Asociación, Antonia Marcelo, felicitó a los presentes por el curso, agradeció la colaboración prestada y deseó a todos buenas vacaciones. La convivencia tuvo por colofón un gran baile, con orquesta en directo, buena y variada música. Fueron siete horas juntos, que dieron para repasar los buenos momentos vividos durante el curso.
*Fernando Alcántara Grande es alumno de la UMEX. Campus de Badajoz
  

viernes, 24 de mayo de 2013



A LA BÚSQUEDA DEL MONUMENTO MEGALÍTICO DE LA SIERRA DEL VIDRIO


Se trata de un circulo de piedra que podría ser un calendario solar de la Edad del Bronce y que fue descubierto por el montero Antonio Covarsí

Por Antonio Rodríguez Muñoz

(Para Asunción María de la Flor de Lis)
 
Hace unos seis o siete años quise buscar por la Sierra del Vidrio --en las cercanías de Puebla de Obando-- algo que me venía rondando por la cabeza desde hacía mucho tiempo: una especie de círculo megalítico que el montero de Badajoz Antonio Covarsí había descubierto por casualidad un día batiendo este monte a lomos de su caballo en una montería a principio del siglo XX. Este curioso personaje al estilo de los hombres de acción de las novelas de Pío Baroja, fue una autoridad en lo referente a la caza mayor. Aunque ninguno de nosotros lo llegó a conocer por razones obvias, la fuerza de su humanidad se desprende de sus relatos. Todavía en los años sesenta resonaba el eco de sus hazañas venatorias en boca de nuestros padres que muchos de ellos alcanzaron a conocerlo ya de mayor. No había nacido en Badajoz, si no en Zaragoza, pero vivió la mayor parte de su vida en nuestra ciudad donde se desarrolló su personalidad y se hizo cazador. Desapareció en 1937, dejándonos cinco libros preciosos que deleitaron a muchos de nosotros. En ellos nos relata, con un estilo hermoso y ameno, su dilatada vida cazadora, llena de lances y aventuras cinegéticas, así como escenas del Badajoz de aquella época que son un reflejo de su vida y de su tiempo. Su hijo Adelardo Covarsí, lo inmortalizó en muchos de sus lienzos y de su perfil aguerrido podemos deducir en parte su singularidad.

La casualidad que propició el descubrimiento

Según cuenta en 'Narraciones de un montero', uno de sus cinco libros sobre caza mayor, se encontraba batiendo la cumbre de la Sierra del Vidrio, cuando su caballo se metió sin saber cómo en un circulo de piedras enormes, formado por bloques interpuestos verticalmente a modo de un pequeño "Stonehenge" (un gran monumento megalítico de finales del neolítico en Inglaterra) del que no podía salir. El lo definió como una pequeña plaza de toros, y no se había percatado antes por estar casi tapado de altísimo monte: encinas, alcornoques, madroñeras, lentiscos... El célebre cazador, intentando encontrar la salida de aquel laberinto dirigía su montura sucesivamente en distintas direcciones, hacia donde el matorral parecía tener una salida, pero terminaba siempre topando con aquellos peñascos que le impedían el paso. Hasta que por fin y pie a tierra, "haciendo el caballo mil prodigios de obediencia", pudo hacerlo salir de allí pasando por entre dos de aquellas piedras que formaban el corro. No cabía ninguna duda de que aquella formación había sido hecha por hombres de otro tiempo y con el paso de los siglos la vegetación había ido cubriendo, como si la naturaleza quisiera poco a poco reconquistar lo que en otro tiempo le había sido arrebatado por quienes, tal vez en la Edad del Bronce, habrían descuajado el terreno para erigir aquel monumento. Un monumento que permaneció en secreto hasta que nuestro "Montero Genial", como lo adjetivó su yerno Enrique Segura Otaño en una biografía suya, tuvo aquel curioso percance.

Antonio Covarsí, intrigado por el hallazgo y entendiendo que aquello merecía ser estudiado, lo comunicó a su amigo José Ramón Mélida, entonces máximo responsable de la Comisión de Monumentos de Mérida, que en aquellos tiempos estaba siendo desenterrada y recuperada para deleite de la humanidad. Mélida mandó a inspeccionarlo al secretario de la Comisión de Monumentos, Maximiliano Macías, quien a su regreso comunicó a Covarsí que aquello le pareció un campamento romano. Nuestro hombre lógicamente no estuvo conforme con esa valoración. Esta apreciación pudo haber satisfecho a cualquier otro hombre sin criterio sobre esta materia, pero no Antonio Covarsí, que en aquellos años y dado su peculiar carácter, estaba impregnado como muchos hombres de su época de aquella inquietud por los descubrimientos arqueológicos que invadía todo el mundo y especialmente Europa y los Estados Unidos. Una inquietud alentada por el éxito de la egiptología y las excavaciones de eminentes hombres como Theodor Davis, que inició las excavaciones en 1902 y alcanzó éxitos como los descubrimientos de los sepulcros de Tutmosis IV y Amenofis IV cuya esposa fue la célebre Nefertiti. Esta corriente de interés mundial por el antiguo Egipto culminaría con el descubrimiento por parte de Howar Carter de la tumba de Tutankamón, cuyo éxito representó el punto culminante de los grandes hallazgos de estas investigaciones y terminaría por imponer aquella moda de los descubrimientos arqueológicos.
Nuestro montero estaba tan interesado por la arqueología que él mismo había llevado a cabo excavaciones de dólmenes en la provincia y era poseedor de valiosas colecciones de objetos antiguos, de monedas y obras de arte, de modo que tenía una buena opinión sobre este asunto. El cazador, con buen parecer, atribuía a su descubrimiento megalítico una antigüedad mucho mayor. Consideraba sin ningún sentido la idea de un campamento romano en un lugar tan alejado de toda población y en la cumbre de aquel monte y sabía distinguir la hechura de las obras romanas, de modo que no quedó satisfecho con el juicio de Macías, y así se quedó sin saber a qué correspondía aquello. Fue pasando el tiempo y se murió sin saberlo.

A la búsqueda del cerco pétreo 

La lectura del relato de este episodio me había caldeado la cabeza y me propuse ir a reconocerlo yo mismo. Aunque poseemos una rica muestra monumental de lo que ha perdurado hasta nosotros de aquella compleja realidad cultural de los tiempos prehistóricos, nunca había oído hablar de un círculo a modo de aquel que existe en Inglaterra que es lo que se deduce de la lectura de aquél pasaje del libro del montero. Y aunque yo imaginaba el de Covarsí mucho más pequeño, suponía que podría ser un "Stonehenge" de proporciones reducidas, que de ser así, podía suponer un gran hallazgo; algo que podría haber pasado desapercibido a los de la Comisión de Monumentos y digamos de paso que también una apasionante aventura con probabilidad de éxito.

Una mañana de abril con los mapas necesarios de la zona, con una buena provisión de agua, ropa adecuada, una cámara fotográfica y algo de comida por si la búsqueda se alargaba, me encaminé para la Sierra del Vidrio en la dehesa de Luriana. Dejé el coche próximo al Cortijo del Vidrio, muy cerca del convento franciscano y empecé a ascender hacia la cúspide que es donde el autor del relato situaba su descubrimiento. Recuerdo que según iba subiendo la pendiente iban apareciendo por el terreno una enorme cantidad de setas de las que conocemos como gurumelos, "Amanita ponderosa", que me hubieran hecho feliz en otra ocasión, pero como ellas no eran mi objetivo no les hice caso aquel día y seguí mi camino. La ascensión fue fácil puesto que esa sierra tiene muy poca altura y pronto alcancé la meta ascendiendo por una pista que en aquel punto, es la divisoria  entre las provincias de Cáceres y Badajoz. Empecé a recorrer la sierra siempre prestando atención a las partes prominentes de la cima, tratando de descubrir el circulo de piedras en dirección al Este, unas veces subiendo y otras bajando por la cima ondulante del terreno. Terminé de recorrer aquella parte de la pequeña sierra y todo lo que encontré fueron los restos de una construcción de apenas metro y medio de altura, algo que parecía ser lo que quedaba de una casa hecha de piedras superpuestas sin argamasa. Desde la parte más alta de la sierra también iba mirando a las laderas de la derecha y de la izquierda por si acaso mi objetivo se encontraba en cualquiera de estas partes, pero llegué al final y me di la vuelta. Desandé el camino y me dirigí al punto de partida para buscar por la parte del Oeste que me quedaba por registrar y que era la más corta. volví para atrás bastante mosqueado, porque tenía pocas esperanzas  de encontrar lo que estaba buscando en un trozo de la sierra tan pequeño. Como sospechaba; terminé de buscar por lo que quedaba de monte y no encontré nada.

Bajando hacia el valle iba pensando que tal vez el autor del relato a la hora de escribir, podía haber confundido los nombres de la Sierra del Vidrio con la de Luriana que se encuentran próximas y para estar seguro de que yo había subido a la del Vidrio pregunté a un pastor que estaba cerca del Convento de Luriana y me dijo que sí, que en efecto había subido a la del Vidrio, de modo que no tuve suerte y aprovechando que estaba cerca y era temprano, me dirigí al valle del Lácara para visitar el dolmen que me pareció hermoso. Después para consolarme un poco de mi fracaso me fui a comer a la Roca de la Sierra, que resultó ser lo único positivo de aquel día porque la comida fue muy buena.

Me marché a casa pensando por el camino en volver otro día para buscar en la Sierra de Luriana con más suerte, dada la posibilidad de que el montero confundiera los nombres de las dos sierras al estar tan próximas, pero fue pasando el tiempo y fui perdiendo interés. ahora he vuelto a interesarme por este asunto, pero me gustaría ir a buscar acompañado de alguien que pueda estar también interesado. No es recomendable ir solo.