Descripción


Presentación de la revista digital de la Universidad de Mayores

Esta es la versión digital de la revista Aula Magna, una publicación que aprovecha las virtudes de las nuevas tecnologías –la inmediatez, el aumento de la capacidad, la continua renovación de contenidos… las posibilidades, en suma, de un formato no sujeto a las limitaciones del papel--, pero mantiene el mismo espíritu que ha animado a la revista Aula Magna desde sus inicios, hace una década: servir de vehículo de informaciones, de conocimientos, de contraste de pareceres, de la Universidad de Mayores de Extremadura (UMEX).

La versión digital de Aula Magna es una especie de plaza pública en la que será visible lo que merezca celebrarse o discutirse, lo que merezca conocerse más allá del aula, lo que importe a los integrantes de la UMEX tanto en su condición de estudiantes y como de ciudadanos, porque Aula Magna pretende reflejar la realidad de la UMEX, desde conferencias a lecciones magistrales; desde acontecimientos culturales, divulgativos o de ocio a crónicas de viajes de estudios, y de acoger cuantos asuntos sean de interés para los alumnos.

Cada persona matriculada en la Universidad de Mayores está llamada a participar en la elaboración de la revista digital. Todo el mundo puede aportar su experiencia, sus conocimientos y también sus críticas para difundir, con la mayor riqueza de contenidos posible, la realidad de la UMEX.

Los interesados en aportar ideas, elaborar contenidos, reflejar experiencias, pueden contactar con:

Antonio Tinoco: atinocoardila@gmail.com
Antonio Medina: casacastillo1@telefonica.net
Antonia Marcelo: a.marcelo.garcia@hotmail.es
José Manuel Cordero Paniagua: jomacorpa@hotmail.com
Ramón Brito: rabrigo@hotmail.com
Andrés Sánchez Maján: asmajan51@gmail.com
Antonio Rodríguez Muñoz: rodmunnio@hotmail.com
Antonia Gómez Serrano: pilargs57@gmail.com

miércoles, 19 de febrero de 2014

PERSONAJES POLÉMICOS DE LA HISTORIA: CRISTÓBAL COLÓN (1ª parte)


Tribuna de opinión

Personajes polémicos de la historia

Cristóbal Colón



Por Antonio Rodríguez Muñoz


A muchos aficionados a los  temas históricos no les habrá pasado por alto el enigma de la vida de Cristóbal Colón y sus andanzas en el periodo de su vida anterior a la llegada a la corte de los Reyes Católicos para ofrecerles su idea de llegar a la India por Occidente sin invadir los dominios de Portugal, es decir, obviando la ruta del Sur de África despejada por Bartolomé Díaz y que propició el primer viaje a la India de Vasco de Gama.

 No es conveniente volver a caer a estas alturas en el debate tan trillado de un Colón español; mejor soslayar esta  hipótesis, por más que el aspecto de toda la existencia de nuestro personaje que dio lugar a las más encendidas controversias en los siglos XIX y XX, fuera su lugar de procedencia. Fue esta incertidumbre, el motivo de la presunción de un Colón gallego, extremeño, catalán o portugués. Pero está de sobras demostrado que el Cristóbal Colón que descubrió América, es el mismo Cristoforo Colombo nacido en la ciudad de Génova en 1551 (se desconoce el mes y el día), hijo de Domenico Colombo maestro lanero establecido en la entonces comercial y próspera ciudad-estado.

También se le supone de ascendencia judeoespañola, una conjetura sin valor por la falta de vestigios en sus escritos de esta variante del español al comparar sus documentos con textos judeoespañoles de aquella época. Hay otras hipótesis por las que algunos autores suponen a los antecesores de Colón expatriados judíos de España cuando en 1391 se produjo la explosión de odio, persecución y muerte en  todas las aljamas contra los hijos de Israel. Pero no es más que otra hipótesis sin fundamento que la sustente, según D. Ramón Menéndez Pidal, gran estudioso del genovés.

Abundan los aspectos incógnitos en la vida del navegante que suscitan  preguntas, tales como el hecho de que a pesar de no ser español ni haber estado en España antes de su venida para ofrecer su proyecto a la Corona de Castilla, usara el idioma español en sus escritos. También  resulta inquietante que siendo de Génova apenas se le conozcan documentos redactados en italiano. Así como también que, habiendo residido durante nueve años en Portugal donde se casó con una portuguesa y donde adquirió todos sus conocimientos sobre navegación, no utilizara la lengua lusa en sus papeles, aunque por razones obvias, es de suponer que sí la hablara.

Es la etapa de su vida entre 1476 y 1485 la más sugestiva. Se establece en Portugal trabajando para unos armadores genoveses y navega entre la metrópoli y las Islas Madeira. En 1480 se casa con Felipa Moniz, pasando a residir con su mujer a la isla de Porto Santo (Madeira) integrándose plenamente en la sociedad portuguesa. Entre 1482 y 1483 viaja a Guinea con navegantes portugueses; viajes auspiciados por el rey Juan II de Portugal. Al lado de los expertos lusos, Colón se impregna como una esponja de todos los avanzados conocimientos sobre navegación de los que disponían aquellos extraordinarios marinos, con diferencia, los mejores del Viejo Mundo. De ellos aprendió a tomar la altura del Sol con el astrolabio y toda la experiencia sobre navegación que tanto le sirviera después para su gran aventura del descubrimiento que lo haría inmortal. En 1484 presenta a Juan II sus propuestas de nuevos descubrimientos y el rey portugués las rechaza. A finales de ese mismo año, Colón se traslada a España, y en Córdoba lo encontramos esperando a los Reyes Católicos, que llegan a la ciudad andaluza en mayo de 1486.


Colón en Portugal


En este ciclo portugués, tuvo lugar la metamorfosis del tratante en lanas y azúcar genovés que entró en aquella crisálida como humilde comerciante para salir de ella transformado en  experimentado marino. En la escuela náutica portuguesa aprendió todo el saber que necesitó en su profesión de mareante. Pero he aquí otra de las grandes incógnitas de su vida: en ese periodo no se le conoce ningún escrito en portugués. La lengua que usaba  para todas sus anotaciones era el español. No se le conoce ni un solo documento escrito en la lengua de Camoes.  Hay varias teorías que pretenden explicar el enigma. Una de ellas es el hecho de que siendo Colón en los comienzos de su llegada a Portugal mercader, y teniendo las miras puestas en especializarse como comerciante de las firmas genovesas en los puertos españoles, lo moviera a aprender esta lengua. O esta otra que, dada la importancia del idioma de Castilla en aquellos tiempos y siguiendo la moda de muchos portugueses de adoptar el  español como lengua de cultura, optara por ella como herramienta de trabajo o para estar en sintonía con la tendencia a usar el castellano por lo más selecto de la sociedad portuguesa de entonces. Sea como fuere, lo cierto es que no deja de sorprendernos semejante mimetismo idiomático, viviendo entre portugueses.

Hasta que Colón llega a Portugal son numerosas las circunstancias opacas de su vida que nos llenan de escepticismo y no dejan otro recurso que la especulación y la hipótesis. Así por ejemplo; él afirma haber estudiado en la Universidad de Pavía. También necesita inventar para adquirir prestigio ciertas hazañas marítimas que nunca realizó: haber navegado hasta la mítica  Isla de Tule o haber tenido contactos con Paolo de Toscanelli. Es difícil poder afirmar nada de todo este infundio del que Colón se sirvió ante los Reyes Católicos para darse importancia. Antes de establecerse en Portugal, toda la experiencia que había adquirido como marinero fue la del cabotaje. Colón para merecer dignamente su cargo de Almirante de la Mar Oceana, tuvo que simular ante Isabel y Fernando un pasado y una formación en gran parte falsos.

En lo que respecta al idioma italiano, Colón no lo utiliza; a pesar de los abundantes documentos y relaciones que dejó. Con sus paisanos de Italia se comunica siempre en español, tanto en notas íntimas a los amigos como en documentos de índole comercial; o en sus anotaciones sobre viajes. ¿Pudo Colón haberse olvidado de su idioma materno en el tiempo que vivió en Portugal? Es difícil de creer que, habiendo abandonado Génova a los 25 años cuando ya todos los puntos de referencia fundamentales de la personalidad se han adquirido, se olvidara de su idioma. Es imposible explicarlo. No es por tanto de extrañar que muchos investigadores hayan puesto en tela de juicio, motivado por estos hechos, la procedencia  italiana de Colon.

Hay otro acontecimiento ocurrido al joven Cristoforo Colombo, según cuenta el Padre Las Casas, que sugiere el modo por el cual recaló el futuro almirante en Lisboa: se encontraba a bordo de una nave genovesa que transportaba almáciga desde la Isla de Quíos a Lisboa para después vender el cargamento en Inglaterra y Flandes. Según cuenta el dominico, la nave de Colón fue atacada por una flota de corsarios franceses frente al cabo de San Vicente. El barco de Colón se incendió, salvando él la vida nadando las seis millas que lo separaban de la costa. Después, caminó hasta Lisboa donde la colonia de comerciantes genoveses lo acogió amablemente. Acerca de este  incidente se ha llegado a especular con la posibilidad de haber sido Colón un miembro del bando pirata que cayó al mar por accidente durante la refriega del asalto. Esto explicaría muy bien el interés que siempre mostró el genovés por borrar su pasado. 

El secreto de Colón

El proyecto de Colón para llegar a las Indias, (entonces se entendía por Indias a todo el continente asiático) implica que era de los que creían en la redondez de la tierra. Esto no tiene por qué parecer una simpleza, ya que, aunque la circularidad del mundo se sabía desde la Antigüedad Clásica, la Iglesia durante la Edad Media combatió contundentemente a los pensadores que se atrevían a discrepar de un mundo plano con la ciudad santa de Jerusalén como centro en armonía con la Biblia; y así, la revelación de una Tierra redonda que proclamaran los sabios griegos, había caído en el olvido. El miedo ancestral a un océano desconocido y tenebroso colmado de horribles monstruos tan propagado en la Edad Media fue la barrera que impidió la exploración más allá de lo hasta entonces seguro de alcanzar  con aquellas naves en pocos días de navegación.

Las más deseadas y preciadas mercancías que demandaban la nobleza y burguesía europea, provenían de Asia, las cuales se habían traficado desde Oriente a través de la Ruta de la Seda desde tiempos antiguos. Pero a mediados  del siglo XV  el comercio entre China  y Europa, tal y como se había venido desarrollando durante siglos,  fue gravemente vulnerado por la intervención  del Islam que lo reclamó exclusivamente para sí. Las casas comerciales italianas fueron las más perjudicadas. Además, cuando los turcos conquistaron Constantinopla, se encarecieron enormemente las mercancías. Venecia perdió las guerras que entabló contra los turcos y con ellas el comercio con el Oriente. Y a Génova, con el control del Bósforo en manos turcas, se le esfumó de golpe todo el comercio con los países del entorno del Mar Negro.

Todos estos quebrantos dieron comienzo a una preocupación generalizada del comercio europeo por encontrar otros caminos por los que poder llegar a Asia, por un lado; por el otro, el influjo de los relatos de Marco Polo con su “Libro de las Maravillas” encendió las cabezas de toda Europa poniendo las miras en China como paradigma de una tierra de riquezas ilimitadas; haciendo volar tanto la imaginación, que se pueden considerar estas  circunstancias la verdadera causa de la fiebre por los descubrimientos que invadió Europa con la Península Ibérica en primer grado por su favorable situación geográfica, cuando la necesidad de oro se volvió apremiante.


Fin del primer episodio

Continuará






  











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